La Habana, 25 may. (PL).- Para Lionel Messi, la Copa del Mundo de Rusia será vital en sus aspiraciones de sentarse definitivamente en la mesa de Pelé y Maradona, porque, a ojos de los más críticos, necesita un título del orbe en su palmarés para poder alcanzar -o incluso superar- a esos dioses del fútbol.
'Espero que el fútbol me pague su deuda', dijo a finales de 2017 el astro del FC Barcelona, considerado por la enorme mayoría de los expertos como el mejor jugador de la última década y uno de los más brillantes de todos los tiempos.
Pero por mucho que decida partidos por sí mismo, con genialidades sublimes, Messi -en medio de su continua evolución como jugador- tiene cada vez más clara una máxima: el balompié es un deporte colectivo. Y entonces aparecen otras variables y aristas a la hora de calcular las posibilidades reales de Argentina en la cita planetaria de Rusia.
Pese a vivir canonizados en sus respectivas naciones y en el mundo todo, ni Maradona ni Pelé ganaron sus Mundiales solos. Por mucho que los fanáticos se empeñen en glorificar al extremo sus leyendas, ambos dependieron sobremanera del rendimiento de sus compañeros -porteros, defensas, centrocampistas y delanteros-.
Ahí es donde Argentina naufraga, aunque, nadie lo olvide, ostenta el cartel de vigente subcampeón mundial, tras caer contra la todopoderosa y temida Alemania en la gran final de Brasil-2014, por apenas 1-0 y en tiempo extra.
Los albicelestes no aprovechan al máximo la bendición de tener a Messi en sus filas. En momentos cumbre, varios jugadores de clase mundial prefieren dejarle toda la responsabilidad al genio de Rosario, en lugar optimizar el juego asociativo y diversificar las variantes tácticas.
En este proceso eliminatorio rumbo a la comarca de los zares, Argentina sacó boletos de puro milagro, en la última fecha de la fase de clasificación sudamericana. Parece mentira. Las superestrellas jugaban como plebeyos, los entrenadores de gran caché se convertían en obsesos conservadores. Todos desfilaron en la pasarela de la vergüenza. Solo Messi pudo salvar la honra de los bicampeones mundiales.
¿Y ahora qué? Con Jorge Sampaoli en el banquillo de la Albiceleste parecía llegar una etapa de progreso y perfeccionamiento, empero, todo sigue casi igual: Argentina juega muy mal y es Messidependiente, hasta límites insospechados.
Si Brasil es el gran candidato al título mundial en Rusia-2018, junto a Alemania, España y Francia, la escuadra de Argentina también tiene opciones de coronación, aunque para subir al trono deberán alinearse todos los astros.
O sea, Di María debe alejarse de las lesiones en la parte decisiva del campeonato; Higuaín, el Kun Agüero y los delanteros tienen que mandar la pelota al fondo de las redes y no a las tribunas -o a las nubes-; los zagueros y Mascherano tendrán que fusionarse y clausurar las 'goteras', y los volantes ofensivos de Sampaoli deberán comprender, de una vez por todas, el significado de la palabra asociación.
Una quimera de marca mayor, a la cual se aferran ciegamente muchos por el simple hecho que el 24 de junio de 1987 nació Lionel Messi, uno de los poquísimos jugadores con el don de poder cambiar la realidad y abrir una nueva dimensión en el planeta Tierra.
Por el momento, el crack prometió que recorrería en peregrinación los casi 70 kilómetros que separan su Rosario natal del santuario de la Virgen de San Nicolás, en caso que alzara el trofeo de campeón para su país.
Argentina, moncarca del orbe en 1978 y 1986, debutará el 16 de junio ante Islandia por el grupo D, y más adelante se medirá el 21 a Croacia en la ciudad de Nizhny Nóvgorod y el 26 frente a Nigeria en San Petersburgo.
QUÉ PIENSA MESSI
Hacer un buen Mundial es estar entre los cuatro primeros. Argentina mínimamente merece estar ahí por la historia que tiene, dijo hace unos días Messi, en entrevista a TyC Sports.
Más adelante recalcó que 'somos los primeros en querer salir campeones. Pero el hecho de haber jugado tres finales y no haberlo sido es un peso que llevamos nosotros mismos. Deseamos y queremos superar esa barrera'.
Brasil es candidato, España también con un fútbol más vistoso, Alemania porque siempre está ahí. Francia tiene muy buenos jugadores aunque le juega en contra que tiene muchos jóvenes, explicó, al referirse a los principales favoritos al cetro.
Al hablar del seleccionador, Messi resaltó que 'Sampaoli vive todo con intensidad en el entrenamiento, el día a día, en las charlas y los partidos. Siempre está al máximo. Te da toda la información que necesitás antes de un partido'.
Su ambición es clara: 'Intento mejorar lo hecho anteriormente y seguir ganando, cuantos más títulos se ganen al final de la carrera, mejor. Y obviamente ganar con la Selección sería lo máximo porque todavía no se me dio'.
HAY VIDA MÁS ALLÁ DE BRASIL Y ARGENTINA
Más allá de Brasil y Argentina, las escuadras de Uruguay y Colombia son las otras grandes candidatas de América Latina, sin olvidar a México y Perú, aunque los incaicos -a todas luces- sufrirán la baja de su mejor jugador, el delantero Paolo Guerrero, sancionado injustamente por FIFA debido al consumo de té de coca, una bebida tradicional en la región andina.
Uruguay, con sus delanteros Luis Suárez y Edinson Cavani en estado de gracia, apelará a la épica de la garra charrúa para dejar su huella en Rusia y buscar su tercer cetro, mientras Colombia, con los renacidos James Rodríguez y Radamel Falcao, intentará incluirse entre los cuatro mejores de un Mundial por primera vez en la historia.
Latinoamérica verá debutar en el torneo a la selección de Panamá y también disfrutará del desempeño de Costa Rica, que tan buen sabor de boca dejó hace cuatro años, cuando sorprendió al mundo y avanzó hasta la ronda de cuartos de final.
Pero por mucho que decida partidos por sí mismo, con genialidades sublimes, Messi -en medio de su continua evolución como jugador- tiene cada vez más clara una máxima: el balompié es un deporte colectivo. Y entonces aparecen otras variables y aristas a la hora de calcular las posibilidades reales de Argentina en la cita planetaria de Rusia.
Pese a vivir canonizados en sus respectivas naciones y en el mundo todo, ni Maradona ni Pelé ganaron sus Mundiales solos. Por mucho que los fanáticos se empeñen en glorificar al extremo sus leyendas, ambos dependieron sobremanera del rendimiento de sus compañeros -porteros, defensas, centrocampistas y delanteros-.
Ahí es donde Argentina naufraga, aunque, nadie lo olvide, ostenta el cartel de vigente subcampeón mundial, tras caer contra la todopoderosa y temida Alemania en la gran final de Brasil-2014, por apenas 1-0 y en tiempo extra.
Los albicelestes no aprovechan al máximo la bendición de tener a Messi en sus filas. En momentos cumbre, varios jugadores de clase mundial prefieren dejarle toda la responsabilidad al genio de Rosario, en lugar optimizar el juego asociativo y diversificar las variantes tácticas.
En este proceso eliminatorio rumbo a la comarca de los zares, Argentina sacó boletos de puro milagro, en la última fecha de la fase de clasificación sudamericana. Parece mentira. Las superestrellas jugaban como plebeyos, los entrenadores de gran caché se convertían en obsesos conservadores. Todos desfilaron en la pasarela de la vergüenza. Solo Messi pudo salvar la honra de los bicampeones mundiales.
¿Y ahora qué? Con Jorge Sampaoli en el banquillo de la Albiceleste parecía llegar una etapa de progreso y perfeccionamiento, empero, todo sigue casi igual: Argentina juega muy mal y es Messidependiente, hasta límites insospechados.
Si Brasil es el gran candidato al título mundial en Rusia-2018, junto a Alemania, España y Francia, la escuadra de Argentina también tiene opciones de coronación, aunque para subir al trono deberán alinearse todos los astros.
O sea, Di María debe alejarse de las lesiones en la parte decisiva del campeonato; Higuaín, el Kun Agüero y los delanteros tienen que mandar la pelota al fondo de las redes y no a las tribunas -o a las nubes-; los zagueros y Mascherano tendrán que fusionarse y clausurar las 'goteras', y los volantes ofensivos de Sampaoli deberán comprender, de una vez por todas, el significado de la palabra asociación.
Una quimera de marca mayor, a la cual se aferran ciegamente muchos por el simple hecho que el 24 de junio de 1987 nació Lionel Messi, uno de los poquísimos jugadores con el don de poder cambiar la realidad y abrir una nueva dimensión en el planeta Tierra.
Por el momento, el crack prometió que recorrería en peregrinación los casi 70 kilómetros que separan su Rosario natal del santuario de la Virgen de San Nicolás, en caso que alzara el trofeo de campeón para su país.
Argentina, moncarca del orbe en 1978 y 1986, debutará el 16 de junio ante Islandia por el grupo D, y más adelante se medirá el 21 a Croacia en la ciudad de Nizhny Nóvgorod y el 26 frente a Nigeria en San Petersburgo.
QUÉ PIENSA MESSI
Hacer un buen Mundial es estar entre los cuatro primeros. Argentina mínimamente merece estar ahí por la historia que tiene, dijo hace unos días Messi, en entrevista a TyC Sports.
Más adelante recalcó que 'somos los primeros en querer salir campeones. Pero el hecho de haber jugado tres finales y no haberlo sido es un peso que llevamos nosotros mismos. Deseamos y queremos superar esa barrera'.
Brasil es candidato, España también con un fútbol más vistoso, Alemania porque siempre está ahí. Francia tiene muy buenos jugadores aunque le juega en contra que tiene muchos jóvenes, explicó, al referirse a los principales favoritos al cetro.
Al hablar del seleccionador, Messi resaltó que 'Sampaoli vive todo con intensidad en el entrenamiento, el día a día, en las charlas y los partidos. Siempre está al máximo. Te da toda la información que necesitás antes de un partido'.
Su ambición es clara: 'Intento mejorar lo hecho anteriormente y seguir ganando, cuantos más títulos se ganen al final de la carrera, mejor. Y obviamente ganar con la Selección sería lo máximo porque todavía no se me dio'.
HAY VIDA MÁS ALLÁ DE BRASIL Y ARGENTINA
Más allá de Brasil y Argentina, las escuadras de Uruguay y Colombia son las otras grandes candidatas de América Latina, sin olvidar a México y Perú, aunque los incaicos -a todas luces- sufrirán la baja de su mejor jugador, el delantero Paolo Guerrero, sancionado injustamente por FIFA debido al consumo de té de coca, una bebida tradicional en la región andina.
Uruguay, con sus delanteros Luis Suárez y Edinson Cavani en estado de gracia, apelará a la épica de la garra charrúa para dejar su huella en Rusia y buscar su tercer cetro, mientras Colombia, con los renacidos James Rodríguez y Radamel Falcao, intentará incluirse entre los cuatro mejores de un Mundial por primera vez en la historia.
Latinoamérica verá debutar en el torneo a la selección de Panamá y también disfrutará del desempeño de Costa Rica, que tan buen sabor de boca dejó hace cuatro años, cuando sorprendió al mundo y avanzó hasta la ronda de cuartos de final.