Panamá, 4 feb (PL).- Han pasado muchos años, pero la historia es estricta, nunca miente. Cada vez que la Serie del de béisbol se celebró en Panamá, sin excepción, los clubes cubanos siempre subieron al trono y sacralizaron la tierra del Gran Canal. ¡Puro aché!
Incluso podemos ir más allá: en los 16 partidos disputados por los equipos de la mayor de las Antillas en el país istmeño en estas lides regionales, en 15 salieron por la puerta grande, un abrumador 93.75 por ciento de victoria.
En 1952, los Leones de La Habana alzaron el trofeo de monarcas con balance perfecto de 5-0, inspirados en las faenas de Sandy Amorós (“champion bat”, y líder en hits y dobles), John Donald “Spider” Jorgensen (máximo jonronero) y el lanzador derecho Tommy Fine (Jugador Más Valioso del torneo, al tirar, completar y ganar dos juegos, sin admitir carreras).
Cuatro años más tarde, los Elefantes de Cienfuegos conquistaron el cetro en la segunda ocasión que Panamá acogía el certamen. Esa vez, la escuadra cubana ganó cinco choques y perdió uno y Ray Noble, líder de los bateadores, fue el mejor jugador, mientras Camilo Pascual y Pedro Ramos obtuvieron par de triunfos per cápita.
Ya en 1960, durante la última edición de la primera etapa de esta serie ña, también conocidas como Pequeña Serie Mundial Latinoamericana, los Elefantes volvieron a subir al trono en suelo panameño, invictos, con saldo de 6-0.
Camilo Pascual ganó el trofeo de Jugador Más Valioso, amparado en sus dos victorias y la efectividad de 1.10 carreras por cada nueve entradas de labor.
Entonces pasaron 59 años y muchas cosas cambiaron: Cuba salió del torneo y luego, mucho tiempo después, regresó como por arte de magia; los organizadores exterminaron el tedioso sistema de todos contra todos; y los clubes de República Dominicana pasaron a ser los grandes dominadores de la región.
Y ahora la justa regresa a Panamá. Y habrá seis equipos por primera vez en la historia. Y claro, los fans del béisbol cubano comienzan a soñar en grande porque los Leñadores de Las Tunas jugarán en tierra sagrada, donde los clubes del país de Martín Dihigo y Omar Linares jamás perdieron una Serie del .
Ahora bien, si cerramos los ojos y vamos un poco más allá de meras cábalas místicas, cualquiera puede notar que los Leñadores deberán jugar su mejor béisbol para prevalecer ante sus rivales y poder devolverle el título a Cuba, cuya última coronación data de 2015, por intermedio de los Vegueros de Pinar del Río.
Los de la mayor isla de las Antillas contarán una vez más con el slugger Alfredo Despaigne, pilar ofensivo del Fukuoka Softbank Hawks, campeón de la Liga Profesional de Japón: “Nosotros siempre vamos a los torneos a ganar”, expresó a Orbe el jardinero de 32 años, conocido como el Caballo de los Caballos.
En esta nueva contienda de campeones ños estarán presentes, además del seleccionado tunero, el panameño Toros de Herrera, el dominicano Estrellas Orientales, el puertorriqueño Cangrejeros de Santurce, el venezolano Cardenales de Lara y el mexicano Charros de Jalisco.
Este año se estrenará un nuevo formato de dos grupos. En el distrito A competirán Cuba, México y Venezuela, mientras en el B se medirán Dominicana, los anfitriones de Panamá y Puerto Rico. Los cabecillas de cada grupo dirimirán la final del torneo el próximo domingo 10, en el estadio Rod Carew.
Vale recordar que los boricuas, representados por los Criollos de Caguas, ganaron las dos últimas ediciones de la lid, contra muchos pronósticos.
Por cierto, por primera vez desde 1960 volverán a coincidir los cuatro países fundadores, léase Cuba, Panamá, Venezuela y Puerto Rico, quienes acudieron a la cita de La Habana-1949 para abrir las cortinas de este tradicional torneo.
La escena queda lista para que hoy quede inaugurada la edición 61 de la Serie del y ya muchos estamos a la expectativa, pues Mariano Rivera, el gran titán del bullpen de los Yankees de Nueva York, el único integrante del Salón de la Fama de Cooperstown con status de “unánime”, lanzará la primera bola.
¿Cuba podrá mantener su hegemonía en la tierra del “Sandman”? Solo resta esperar. Mientras tanto: ¡Apaga y vamos!