Nur Sultán, Kazajistán, 21 sep (JIT) Yowlys Bonne salió del colchón y se sentó en la escalerilla, con la cabeza entre los pies, con el mundo sobre sí. Con un dolor que no supo explicar, aún no sabe…

Llegó al Campeonato Mundial de Luchas con sede en esta ciudad en condición de monarca defensor de los 61 kg, y para muchos con la etiqueta de favorito para repetir en lo más alto del podio. Sin embargo, una rotunda derrota de 0-7 en octavos de final ante el azerí Akhmednabi Gvarzatilov lo sacó del juego completamente.

El euroasiático no es lo que digamos un portento de gladiador, pues su palmarés exhibe como hito el bronce alcanzado en el especial certamen del orbe de 2016, organizado para las categorías ajenas al programa olímpico.

Sin embargo, mayoreó claramente al antillano, quien ostenta tres medallas a este nivel (1-0-2), un quinto lugar olímpico en Río de Janeiro y dos títulos a nivel panamericano.

En el primer período, el caucásico logró imponer la pasividad al cubano y este vio pasar impasible los 30 segundos requeridos para la reacción (1-0). Así acabaron las acciones.

En el complementario, con la estrategia de pagar con la misma moneda, Bonne intensificó su lucha y logró la penalidad para Gvarzatilov, pero este buscó el camino para tomar las piernas del nuestro y pasarle a la espalda, todo eso antes de que acabara el tiempo reglamentario (3-0).

A 40 segundos para el final, y en un incómodo agarre desde la posición de sentados, el azerí proyectó a Bonne con una acción de cuatro puntos que casi acaba en pegada (7-0). Milagrosamente pudo salirse de ahí el guantanamero, aunque la suerte del combate estaba echada y nada más sucedería en la pizarra.

Gvarzatilov, sin embargo, no pudo con el pleito siguiente frente al iraní Behnam Eshagh Ehsanpoor, doble monarca de Asia, en una cruenta pelea finalizada 13-12.

La historia de Yurieski Torreblanca fue similar, pero distinta, valga la contradicción. Salió del draw en la ronda de 16, pero se mantuvo con vida hasta la caída del sol, pues su victimario avanzó –impensadamente- hasta las semifinales de los 86 kg.

Su primera aparición le reservó cerrado triunfo de 2-1 sobre el chino Zushen Lin, un hombre con casi nada en su palmarés. Luego se enredó de mala manera contra Myles Nazem Amine, de San Marino, en un combate decidido 3-2.

Este poco conocido luchador, noveno de Europa este año, sacó un punto por pasividad en el primer tiempo y dos por pase atrás en el segundo, lo mismo que pudo hacer el nuestro en los seis minutos de lidia. Su clave estuvo en la defensa de las piernas y la agilidad para esquivar los embates del pinero.

Su buena racha se extendió a “octavos”, con victoria de 5-2 ante el japonés Sohsuke Takatani, subcampeón universal de los 74 kg en el 2014; y luego a “cuartos” sometiendo al representante de Alemania Ahmed Ruslanovic Dudarov por 4-2. En ese momento se anunció por el audio local la noticia de que estábamos en presencia del primer luchador de San Marino clasificado a los juegos olímpicos.

Un triunfo más de Amine era lo que faltaba para que Torreblanca volviera a la justa, pero el iraní Hassan Aliazam Yazdani Charati, rey olímpico de Río de Janeiro 2016, aplastó a la “novedad” de la jornada por 11-0 en semifinales.

Ahí terminó Torreblanca, y de paso la muy discreta actuación cubana en el estilo libre varonil, resumida en cuatro hombres tempranamente eliminados.

«Hemos apreciado un nivel de lucha muy alto. Nuestros muchachos dieron el máximo, pero algunos se mostraron cansados y otros no pudieron cumplir las acciones tácticas que indicamos previamente o durante los combates. Volvieron a salir además las consecuencias de no topar sistemáticamente con europeos y asiáticos», comentó el principal entrenador cubano Julio Mendieta, visiblemente contrariado.

Al cierre de esta jornada se definen los medallistas de las divisiones de 70, 74, 92 y 125 kg.