Juan Gualberto Nápoles y Cristian Nápoles
La Habana, 21 ago (RHC).- La familia Nápoles ha hecho historia en Budapest-2023. Nunca antes en el atletismo cubano un padre guio los destinos de un hijo en un mundial al aire libre hasta que en la capital húngara Juan Gualberto Nápoles estuvo al timón de Cristian Nápoles.
Y la felicidad de la familia no puede ser mayor. De la mano de su progenitor, Cristian se llevó un inédito bronce en triple salto, en una prueba en la que Cuba agrandó aún más su historia, al lograr dos medallas sumando la plata de Lázaro Martínez.
“No me resultó difícil (entrenar a mi hijo), he estado acostumbrado a esta presión. Mi chamaco (hijo) siempre estuvo conmigo en los mundiales juveniles”, dijo un radiante Nápoles padre a Radio Habana Cuba (www.radiohc.cu) a través de WhatsApp desde Budapest.
El adiestrador mostró nostalgia por los años triunfales en las categorías menores, cuando bajo su mando su heredero se coronó campeón en el Mundial sub-18 de Cali-2015 y fue subtitular en el sub20 en Bydgoszcz-2016.
Luego emprendieron caminos diferentes, aunque siempre afiliados a la Federación Cubana de Atletismo (FCA) y nunca dejaron de compartir experiencias.
“Perdí un poco el ritmo de carrera ((en los primeros saltos) y mi entrenador, que es mi papá, se dio cuenta y ´pude hacer algunos ajustes”, dijo Cristian (24 años) en declaraciones a www.jit.cu, dejando claro lo imprescindible del apoyo de su padre.
En los duros momentos de la pandemia (2021), cuando casi desaparecieron las competencias y viajes al exterior para el atletismo cubano, ambos decidieron separarse de la selección nacional, aunque dejaron la puerta abierta para el regreso.
Por esos y otros motivos hoy la celebración es incalculable. Algunos hablan del regreso del año en el atletismo de Cuba.
“Llegamos al mundial bien preparados. Muestra de ello es que mejoró su marca personal, fijándola en 17.40”, agregó orgulloso el profesor, quien en las redes sociales agradeció a un sin números de personas que siempre confiaron en ellos y le abrieron otra vez las puertas del equipo cubano.
Nápoles padre dejó claro que en los entrenamientos es estricto y no hay privilegios con su hijo.
“Antiguamente cuando trabajaba con el grupo -incluía a los saltadores de longitud Juan Miguel Echevarría y Maykel Massó-, Cristian era uno más. No había una atención especializada (con él), tenía que hacer todo como los demás”, recordó.
Consideró que “la potencia” es la mayor cualidad de su retoño en el cajón de saltos y puntualizó que es “muy competitivo”.
Antes del Mundial, Cristian había logrado en la temporada cinco triunfos en lides en América y Europa, incluido el del el 6 de mayo en La Habana, donde quedó a solo cuatro centímetros de su marca personal (17.38), que mejoró ahora en dos centímetros.
Además de lograr su tope de por vida, en Budapest hizo honor al refrán de que a la tercera va la vencida. Nunca antes el joven habanero había podido subirse al podio en un mundial de adultos al aire libre, tras acariciar las medallas en Londres-2017 (cuarto) y en Doha-2019 (quinto). Y nada mejor que lo hiciera en familia.
Varias estrellas del atletismo mundial han triunfado de la mano de sus padres, entre ellos el rey de la pértiga Armand Duplantis y el propio presidente de World Athletics Sebastian Coe, pero es la primera vez que ello se da en el atletismo cubano, al menos en mundiales a cielo abierto.
Los libros recogen otros antecedentes similares, coincidentemente también en el laureado triple salto. David Giralt padre guio a su hijo, Arnie David al bronce en otro mundial, aunque en aquel caso el bajo techo de Doha-2010, y Pedro Pablo Pichardo ganó el oro en Eugene-2022, aunque ya en ese entonces desligado del atletismo cubano y defendiendo los colores de Portugal.