Secretario general de la FIFA durante siete años y mano derecha de Joseph Blatter, Jerome Valcke fue despedido este miércoles, tras haberse labrado una polémica reputación, con varios escándalos financieros y declaraciones incendiarias a sus espaldas.
El experiodista de 55 años cayó definitivamente después que fuera destituido de sus funciones "con efecto inmediato y hasta próximo aviso" el 17 de septiembre, tras publicarse en la prensa inglesa las sospechas sobre su implicación en un asunto de reventa en el mercado negro de miles de jugosas entradas del Mundial de Brasil-2014.
Su robusta figura de 1,95 metros de altura y gafas cuadradas, con un fluido inglés de acento francés, formaba parte del decorado de la FIFA como número 2 de la institución desde 2007.
Su despido es una gota más a la copa desbordada de los escándalos de corrupción que han hundido la imagen de la FIFA desde mayo.
En menos de un mes el fútbol mundial ha perdido a tres de sus dirigentes más poderosos. El 21 de diciembre Blatter, presidente dimisionario de la FIFA, y Michel Platini, presidente de la UEFA, fueron suspendidos durante 8 años de cualquier actividad ligada al fútbol.
Antes de aparecer en la prensa inglesa en septiembre, en junio el New York Times le vinculó con los fondos dudosos relacionados con la organización del Mundial de Sudáfrica-2010: Fue acusado de haber transferido 10 millones de euros (9,1 millones de euros) a cuentas gestionadas por el exvicepresidente de la FIFA Jack Warner, imputado por la justicia estadounidense.
La FIFA replicó que se trataba de un proyecto destinado a "ayudar a la diáspora africana en el Caribe", aprobado por Sudáfrica y en el que aseguró que ninguno de sus dirigentes había entrado en irregularidades.
Pero Blatter terminó dimitiendo el 2 de junio, arrastrado por esas acusaciones. Un mal presagio para el futuro de Valcke, que cuenta también con la nacionalidad sudafricana y que está casado con una mujer de ese país.
- La patada brasileña -
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Valcke llegó a la FIFA en 2003 como director de márketing, pero pronto se vio inmerso en un litigio millonario entre dos patrocinadores (Mastercard y Visa), que le costó a la FIFA unos 90 millones de dólares.
Fue despedido en 2006, pero en junio de 2007 Blatter decidió designarle secretario general, que en la práctica es el número 2 de la organización. Fue sin duda una progresión fulgurante para un hombre que había entrado como periodista en 1984 en la cadena de televisión Canal Plus Francia, antes de convertirse en director adjunto del servicio de Deportes en 1991.
Valcke es un hombre de carácter afable, seductor en las distancias cortas y que acostumbra a hablar con libertad, lo que en ocasiones le ha costado enfrentarse a importantes polémicas.
Fue así en los preparativos del Mundial-2014, cuando animó a los brasileños a "darse una patada" en el trasero para avanzar en las obras del torneo, algo que provocó un monumental enfado en el gigante sudamericano, que llegó a dejar de considerarle un "interlocutor válido".
- "Menor nivel de democracia" -
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Blatter tuvo que pedir disculpas a la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, y Valcke tuvo que bajar la cabeza para apagar el incendio.
Valcke también será recordado por un polémico comentario: "Un menor nivel de democracia es a veces preferible para organizar un Mundial".
"Cuando un hombre fuerte al frente de un Estado puede decidir, como podrá hacerlo (el presidente ruso Vladimir) Putin en 2018, es más fácil para los organizadores que con un país como Alemania, donde hay que negociar a varios niveles".
En 2011 se hizo público uno de sus correos electrónicos, que desató una gran tormenta mediática.
El número 2 de la FIFA escribió sobre Mohamed Bin Hammam, obligado a retirar su candidatura ante Blatter en la elección presidencial de ese año por haber comprado votos, que "puede que él (Bin Hammam) se pensara que podía comprar la FIFA como ellos (los cataríes) han hecho con el Mundial (de 2022)".
El Comité organizador de Catar-2022 exigió entonces explicaciones "urgentes". Valcke reconoció ser el autor del correo electrónico, pero dijo que se trataba de una comunicación en "un tono más ligero" y "menos formal", antes de señalar que se refería a la "potencia financiera" de Catar, no a "una compra de votos".
La caída en desgracia de Valcke escribe ahora una página más en el voluminoso libro del escándalo de la FIFA, que está, seguramente, lejos de llegar a su desenlace.