Más allá del epíteto que lo señala como el mejor clavadista cubano de todos los tiempos, José Antonio Guerra Oliva, es un “veterano” que conserva la sencillez de un santiaguero de “a pie”.
Su palmarés es envidiable, e incluye su condición de primer cubano medallista mundial en la historia de su disciplina, títulos en la Universiada de Palma de Mallorca, 1999; plata a en el sincronizado de plataforma de la Copa del Mundo Sevilla, España 2002 junto a Erick Fornaris; bronce en el sincronizado de los campeonatos mundiales Roma, Italia 2009 acompañado en esa oportunidad por Jeinkler Aguirre; además de liderar el ranking mundial en el año 2005.
Nominado como mejor atleta antillano durante los años 2010 y 2011, el único reto que no pudo concretar fue la añorada medalla olímpica, aunque durante los Juegos de Londres 2012, capitalizó una excelente actuación al concluir en el quinto lugar de la plataforma sincronizada: “Sé que pude haber subido al podio olímpico, pero las fatalidades del deporte no me lo permitieron, pero creo que eso no empañe de ninguna manera mi carrera deportiva”.
Licenciado en Cultura Física desde el año 2004, de hablar pausado y sonrisa irreverente, el otrora atleta indómito estableció el diálogo con JIT.
¿Cómo recuerdas los primeros años de tu vida?
Viví desde pequeño en la calle Enramadas, y en general tuve una infancia tranquila. Mi madre tuvo que enfrentar mi crianza sola, por lo que la considero no solo el pilar de mi vida sino además de mi carrera.
Vengo de una familia humilde y siempre tuve a mi mamá como ejemplo, pues ella lo sacrificó todo por verme cumplir mis sueños.
¿Tus primeros contactos con el deporte fueron casi por accidente?
Fue algo muy gracioso. Desde pequeño me gustaba mucho el piano, pero era muy hiperactivo, y días antes de realizar las pruebas de piano una tía me comenta que “eligiera una actividad más acorde para los varones”.
Yo me quedé muy sorprendido y sus palabras se me quedaron grabadas, por lo que el día de la prueba la desaprobé a propósito, pues quería concentrarme en buscar otro camino que no fuera la música.
Después de eso, mi mamá decide llevarme a la EIDE, y una amiga de ella me ve el somatotipo y le sugiere que me apunte en las clases de clavados con el profesor Carlos Delgado, quien lamentablemente falleció hace dos años. Él en cuanto me vio me dijo “tú vas a ser mi estrellita”, y así comenzó mi carrera deportiva, a la edad de 8 años.
¿Qué recuerdos conservas de la EIDE santiaguera?
Lo único que recuerdo es que entrenaba hasta el cansancio, pero mi entrenador Carlos hizo un magnífico trabajo conmigo en esas edades. Empecé sin saber nada sobre el clavados y él me convirtió en tricampeón nacional y campeón centroamericano.
¿Cuán difícil fueron tus primeros momentos en La Habana?
A partir de los Juegos Escolares del 92, donde alcanzo tres medallas de oro, me captan para el equipo nacional juvenil y yo recuerdo que fueron momentos muy difíciles, porque no quería separarme de mi madre, era un niño de apenas 12 años que tenía que viajar más de 900 kilómetros para realizarme como deportista.
Mi madre me apoyó, ese curso el profe Carlos Delgado va conmigo para La Habana, lo que me ayudó mucho en la adaptación, que fue bastante rápida, pero siempre quedó esa añoranza por mi Santiago de Cuba natal y por mi familia.
¿Cómo llegas al equipo nacional?
Fue en al año 1994, era él más joven de todos, entrenaba con grandes de la época como Abel Ramírez, María Elena Carmuza, Mayté Garbey, y eso para mí era muy emocionante. Pero ellos siempre me respetaron porque vieron cualidades que siempre he tenido como la entrega en los entrenamientos y el sacrificio por ser mejor cada día.
¿Algún ídolo en particular?
Además de los cubanos que te mencioné anteriormente, siempre he sentido gran admiración por el clavadista ruso Dmitri Sautin, A quien lo considero el mejor clavadista de la historia.
¿Qué importancia le concedes a la figura del entrenador en un deporte tan sacrificado como el clavado?
Muchísima, el entrenador se llega a convertir en un padre, vive la carrera del atleta como si fuera suya, y es el que en definitiva lleva a un atleta de perspectiva a la gloria.
¿Cuándo enfrentas tu primera competencia internacional?
En el año 96 pude participar en un torneo brasileño y alcancé dos medallas de oro y una bronce. El próximo año fue muy difícil porque tuve una serie de competencia donde enfrenté a varios campeones olímpicos y mundiales, lo que me obligó a superarme.
¿Cómo resumirías tu experiencia en Juegos Centroamericanos y Panamericanos?
Intervine en el Centroamericano de Cartagena 2006 donde gané tres medallas de oro, pues en otras oportunidades donde me preparé para ir al evento hubo suspensiones de las competencias o la delegación cubana no ha participado en el evento. Recientemente en Veracruz 2014, también estuve pero no en mi evento, ya que los mexicanos suspendieron el sincronizado, así que tuve que intervenir en el individual, pero no tuve una buena actuación.
En el caso de los Panamericanos, he tenido participación desde Winnipeg 1999, y para esa lid yo había llegado muy enchufado porque había ganado recientemente el Campeonato Mundial Universitario, y a pesar de que la competencia en Canadá se me complicó, pues tuve que venir de abajo, concluí en un muy buen segundo lugar.
En Río 2007 gano la segunda medalla de oro de la plataforma masculina en la historia del clavado cubano. Además, en esa competencia comencé a saltar en el sincronizado, acompañado en ese entonces por Erick Fornaris donde solo fuimos superados por los norteamericanos. En Guadalajara 2011, ya estaba con Jeinkler Aguirre, pero tuve una lesión que me impidió hacer el individual, aunque me pude recuperar para el sincronizado, en el que alcanzamos plata, por detrás de los subcampeones olímpicos mexicanos.
Un aparte para Toronto, 2015, ¿cómo recibiste esa medalla?
Con muchísima alegría porque el año anterior en Veracruz había dejado muy mala imagen por la lesión que tuve, algunos comenzaron a decir que era hora de retirarme, y ese oro en tierras canadienses me permitió demostrar que me sentía en plenitud de forma.
Llegamos muy bien preparados, incluso terminamos terceros en el circuito élite anual, lo que nos dio confianza en que el oro podría ser nuestro.
¿Otras competencias que recuerdes con satisfacción?
Muchísimas, entre ellas, el oro alcanzado en la Universiada de Palma de Mallorca en 1999; el metal plateado en la Copa del Mundo de Sevilla en el 2002, junto a Eric Fornaris; además del bronce en el Mundial de Roma 2009, acompañado de Jeinkler Aguirre.
Tu experiencia en Olimpiadas es impresionante, ¿consideras que pudiste haber arañado el podio en alguna de tus participaciones en este tipo de evento?
Yo participé en cuatro Juegos Olímpicos, desde Sydney 2000 hasta Londres 2012, pues lastimosamente quería retirarme este año en Río de Janeiro, pero la lesión de Jeinkler impidió que me retirara con la aspiración de haber subido al podio olímpico, pero tengo la satisfacción de que pude haberme obtenido alguna medalla en este tipo de eventos.
No obstante, creo que mantenerme durante cuatro Olimpiadas en la élite del clavado internacional, incluyendo el 5to lugar de la plataforma sincronizada en Londres 2012, paga la ausencia de esa medalla que me quedó por ganar.
Muchos de los éxitos han sido en la plataforma sincronizada, ¿qué importancia tiene la empatía para ese evento?
Es la base de los resultados que se puedan tener. En mi caso he tenido la oportunidad de saltar fundamentalmente con grandes como Erick Fornaris y Jeinkler Aguirre, en distintos momentos de mi carrera. Yo diría que tiene que existir una simbiosis de caracteres y de objetivos, hay que actuar como una unidad.
En el caso de Erick lo conocía desde que era un adolescente y eso facilitó mucho las cosas, e incluso somos los pioneros del sincronizado en Cuba, además que hicimos el resto de los eventos del clavado.
Con Jeinkler fue totalmente diferente, pues yo le llevo 11 once años, somos de generaciones diferentes, pero a través de mi experiencia supe imbricarme con él de manera muy exitosa.
Si tuvieras que enmarcar un momento en tu carrera deportiva, ¿cuál sería?
El Campeonato del Mundo de Montreal en el 2005, donde representando a Cuba alcancé la primera medalla de oro en la historia de los deportes acuáticos en este tipo de eventos.
Además, ese año en general fue uno de los mejores de mi carrera, pues llegué a estar en el primer lugar del ranking mundial, algo inédito para Cuba, si tenemos en cuenta la calidad de los asiáticos, mexicanos, estadounidenses, canadienses, alemanes y otros países que engrandecen este deporte.
¿Qué sientes al ser reconocido como el mejor clavadista cubano de todos los tiempos?
Más que la satisfacción de haber tenido tantos méritos, lo que siento es el agradecimiento de una carrera plena, que recompensa todo el esfuerzo que hemos puesto mis entrenadores y yo, para tratar de entrar en la historia del deporte cubano.
¿Luego de tu retiro deportivo piensas comenzar una nueva faceta como entrenador?
Realmente, yo me pasé este año esperando a que Jeinkler se recuperara, pero esa hernia discal se le complicó, lo que nos impidió participar en el clasificatorio. Él aún es joven, pero ya yo estoy siete años pasado de mi edad de retiro y aunque me siento con fuerzas, creo que es el momento indicado para cerrar mi historia como deportista y comenzar a escribir una nueva pero como entrenador.
Me encanta trabajar con los niños, estoy aprendiendo junto con Lino Socorro, entrenador, quien me está ayudando mucho en mi camino de empezar a crear campeones.
Por Rosa María Panadero