La Habana, 16 ago (RHC) Por primera vez en la historia, en las relaciones bilaterales y en lo que va de siglo, la República Popular China se convirtió en 2016 en el primer socio comercial de Cuba en cuanto a comercio mutuo de bienes.
El intercambio comercial de mercancías, entendido este como el «volumen total del comercio en ambos sentidos, expresado en valor» y que «se determina mediante la suma de las exportaciones y las importaciones de mercancías» superó los 2 585 millones de dólares.
El tráfico bilateral rebasó en casi 361 millones de dólares las transacciones de este tipo sostenidas el pasado año con la hermana República Bolivariana de Venezuela, las cuales ascendieron a algo más de 2 224 millones de dólares.
Durante el año anterior, la Isla importó de China mercancías valoradas por poco más de 2 328 millones de dólares, mientras que exportó hacia allá 257 356 000 dólares, una tendencia deficitaria que también se expresa en las relaciones económicas con Venezuela, donde compró bienes por más de 1 582 millones y a donde envió mercancías por unos 642 millones de dólares, informa Juventud Rebelde.
Los datos están publicados en el capítulo Sector Externo del Anuario Estadístico de Cuba (AEC) 2016, disponible en el sitio digital de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (www.onei.cu), el que pudiera estar a punto de sellarse, pues solo falta introducir el capítulo Cuentas Nacionales.
Venezuela continúa como nuestro primer socio económico, en especial por la prestación de servicios profesionales altamente calificados. Recordemos al respecto que fue el sector servicios el que permitió al archipiélago mantener en 2016, a pesar de la caída en la exportación de mercancías, un saldo positivo en la balanza de bienes y servicios.
Como es sabido, los principales productos de exportación del país sudamericano-caribeño hacia el antillano son los hidrocarburos, los cuales comenzaron a sufrir a partir de la segunda mitad de 2014 una brusca caída de precios, situación que aún hoy se mantiene si se compara con las elevadas cotizaciones alcanzadas por el petróleo entre 2011 y 2014.
Al unísono, y por situaciones internas en el hermano país, sometido a la subversión terrorista y a una brutal y cruel guerra económica interna y de los poderes imperiales, los envíos de combustibles a nuestro país disminuyeron en 2016 y en lo que va de 2017, como han informado nuestras autoridades.
Caída en el precio del petróleo y reducción en el abastecimiento de hidrocarburos representan, en definitiva, las causas de la disminución de los intercambios comerciales de mercancía entre Cuba y Venezuela, naciones que pese a los problemas coyunturales están interconectadas por relaciones económicas sólidas y mutuamente ventajosas.
Durante 2016, Cuba exportó mercancías por 2 317 millones de dólares, mil millones de pesos menos que en 2015, cuando esta variable fue, a su vez, inferior a 2014, y así sucesivamente hacia atrás. La excepción fue 2011, cuando a precios corrientes facturó el mayor valor en el mercado mundial desde el año 1990 (ver en capítulos Sector Externo de los AEC tablas históricas sobre Intercambio total y saldo comercial).
El incremento de la producción de bienes, y por consiguiente el aumento de las exportaciones de mercancías, continúa siendo asignatura pendiente para la economía. Constituye su nudo gordiano, ese que atenaza una balanza comercial que solo alivia la exportación de servicios, como los médicos y el turismo.
Descapitalización del plantel industrial, insuficiente disponibilidad de divisas, pérdida de cultura profesional, están entre las causas reales que aún retrancan el despegue en este crucial factor para nuestro desarrollo económico y social.
Este año, por poner un solo ejemplo, se dejarán de percibir unos cien millones de dólares por azúcar no producida y, por tanto, dejada de exportar, explicó el vicepresidente del Consejo de Ministros y ministro de Economía y Planificación, Ricardo Cabrisas, en la sesión de julio pasado de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Cabrisas decía entonces que para este año se imponía «realizar un esfuerzo superior en cumplir con las exportaciones y sus ingresos, para evitar mayores desproporciones en la balanza» comercial, una certeza que, sin dudas, ha de servir para hoy, pero también para los años por venir.