Brasilia, 30 ago (RHC) Estamos a un paso de un verdadero golpe de estado que resultará en la elección indirecta de un gobierno usurpador, advirtió ante el Senado Federal de Brasil la apartada presidenta Dilma Rousseff.
El Senado votará este martes si ella es culpable o no.
Al asumir su autodefensa en el juicio político que enfrenta por presunta violación de la Ley de Responsabilidad Fiscal, Rousseff insistió en que el país está al borde de la consumación de una grave ruptura institucional, pues el proceso de impeachment a que es sometida “no es legítimo”.
Rousseff subrayó que las pruebas producidas a lo largo del proceso dejan claro e incontestable el hecho que las acusaciones lanzadas contra ella son meros pretextos sustentados por una frágil retórica jurídica.
“Son pretextos para viabilizar un golpe a la Constitución. Un golpe que, de consumarse, resultará en una elección indirecta de un gobierno usurpador”, remarcó, informa Prensa Latina.
La separada jefa de Estado recordó que en los últimos tiempos las asonadas militares fueron reemplazadas por golpes parlamentarios sobre los cuales —dijo— existe una profusa literatura.
Ahora, la ruptura democrática se da por medio de la violencia moral y de pretextos constitucionales para dar apariencia de legitimidad a un gobierno que asume sin el amparo de las urnas, dijo y añadió que se invoca la Constitución “para que el mundo de las apariencias encubra hipócritamente el mundo de los hechos”.
Reafirmó también que no cometió ningún delito de responsabilidad, por lo cual —aseguró— es acusada injusta y arbitrariamente, y afirmó que sentía nuevamente en la boca “el gusto áspero y amargo de la injusticia y el arbitrio”.
También aseguró que no luchaba por su mandato o por apego al poder, sino por la democracia, la verdad, la justicia y por el bienestar del pueblo, e insistió en que tiene la conciencia tranquila por el modo en que ejerció la Presidencia de la República.
Lo que está en juego aquí, subrayó, es el respeto a las urnas, a la voluntad soberana del pueblo y la Constitución; las conquistas sociales alcanzadas en los últimos 13 años; la inserción soberana del país en el escenario internacional; la autoestima de los brasileños y la defensa de los recursos naturales del país y su futuro.
Rousseff rememoró que los resultados de las elecciones presidenciales del 2014 constituyeron un duro golpe para la élite conservadora brasileña que hizo todo lo posible por impedir, primero, que tomara posesión del cargo y luego, gobernar.
Querían el poder a cualquier precio y lucharon con todos los medios para desestabilizar y desgastar mi gobierno y por hacer valer la tesis de “cuanto peor, mejor”, enfatizó.
Refiriéndose al proceso de impeachment, señaló que este fue abierto por chantaje explícito del expresidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha y ha estado marcado, de principio a fin, por un clamoroso desvío de poder.
No hay respeto al debido proceso legal cuando los juzgadores (senadores) proclaman ante los medios que la condena será solo cuestión de tiempo, sostuvo y apuntó que jamás habrá justicia en su condena, porque no cometió los delitos que le impugna una “denuncia injusta y frágil”.
La exguerrillera, primera mujer en asumir la presidencia de Brasil (2010), que fuera torturada durante el régimen militar en Brasil (1964-1985), volvió a sentarse en el banquillo de los acusados 46 años después.
Y así lo contó: “en la lucha contra la dictadura, recibí en mi cuerpo las marcas de la tortura”, reporta AFP.
Fue en el único momento, al hablar de esos años en prisión, que su voz se quebró y sus ojos se empañaron. “Por eso, ante las acusaciones en mi contra en este proceso, no puedo dejar de sentir, en la boca, nuevamente, el gusto áspero y amargo de la injusticia”, destacó y remató: “por eso resisto, al igual que en el pasado”.
Su mensaje —estoico— no solo iba dirigido a los senadores, sino a una nación entera.
Durante la jornada, Rousseff fue interrogada casi sin descanso por detractores y aliados bajo la mirada de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), su padrino político y la figura que encarnó el despegue de Brasil, el éxito de la lucha contra la pobreza y el presidente más popular de la historia moderna.
A uno y otros repitió lo mismo: soy “inocente” y esto es un “golpe de estado”. La sesión fue maratónica desde que se inició pasadas las 9 y 30 de la mañana, con su discurso de más de 40 minutos, y finalizo tarde en la noche.
La primera mandataria brasileña fue separada de su cargo el pasado 12 de mayo.