Puerto Príncipe, 21 oct (RHC) El gobierno haitiano espera ser más eficiente en la entrega de las ayudas humanitarias a partir de entrar en acción un reforzamiento de su estrategia de distribución.
La decisión fue adoptada y anunciada por el Ministerio del Interior y Colectividades Territoriales, que es el encargado de hacer llegar ese apoyo a los afectados por el devastador huracán Matthew.
Esa asistencia humanitaria se compone principalmente de lonas, alimentos, agua y medicamentos y se realiza por mar y aire a través de las secciones comunales de Nippes, Sur y Grand Anse.
Esta operación, dirigida por el Estado haitiano, se realiza con colaboración de organizaciones internacionales, que forman una unidad de apoyo a la coordinación departamental de ayuda humanitaria.
Según explicó el Ministerio del Interior, ese equipo conjunto ha creado un mecanismo de coordinación marítima y terrestre que distribuye la ayuda después de un mapeo de los departamentos y comunidades afectadas.
Ese personal establece la prioridad teniendo en cuenta la vulnerabilidad de las comunidades y el acceso posible y cuenta para ello con dos embarcaciones y tres helicópteros.
El Ministerio del Interior estableció que la seguridad de las operaciones en las comunidades seleccionadas esté garantizada por la Policía Nacional, con el apoyo de la Misión de Naciones Unidas y la seguridad de los buques.
En un escenario donde las guerras coloniales y sus horrores transcurren como una historia cotidiana y nadie se detiene a imaginar lo que significan estos nuevos genocidios del siglo XXI para los millones de sobrevivientes que lo perdieron todo, parece imposible que la mirada se vuelva sobre Haití.
"Nadie es Haití", dice una viñeta que publicó el caricaturista Miguel Villalba Sánchez ("Elchicotriste") en el sitio Cartoon Movement.
Villalba Sánchez denuncia: otra vez más 800 muertos en Haití, "pero nadie arma fotos de perfiles especiales para Facebook ni slogans para las víctimas del huracán Matthew".
El mundo no mira hacia ese país, el más pobre de América Latina y el Caribe y uno de los más pobres del mundo. No existe un "yo soy Haití", como aquel "yo soy Charlie" que anduvo por el mundo, como una moda más, en referencia al atentado contra el semanario francés Charlie Hebdo.
Unos 200 mil haitianos quedaron en la calle, cuando aún no se ha logrado resolver la tragedia de 2010, mientras Estados Unidos mantiene fondos congelados, fondos que son del pueblo haitiano, que sigue esperando que alguna vez se haga justicia.
Las inundaciones, los aludes que arrastraban todo a su paso no dejaron nada en pie. Se destruyeron los sembradíos, se perdió el ganado, y el hambre grita a tan escasos kilómetros por mar de Estados Unidos, la mayor potencia del mundo, que -como Francia y otros países europeos- han sido los verdugos de un pueblo, cuya historia tiene esplendores y tragedias sobrecogedoras.
Tres días duró el huracán en Haití, el peor en 50 años. Buscando más información sobre esa increíble tragedia que nos reclama cada día, recibo un video que desde Haití, vía México, me manda un amigo camarógrafo incipiente, quien reconoce que a veces las lágrimas le impiden ver por el ojo de la cámara.
Allí están los médicos cubanos. Es la misión Henry Reeve, que sigue trabajando sin descanso, como lo hicieron desde hace tiempo las misiones que ayudaron a salvar miles de vida después del terremoto de 2010 y especialmente cuando el cólera se cobró otras miles de víctimas.
Esa solidaridad, que llega desde Cuba, no será televisada. Carpas hospitales, como en la guerra, se levantan donde se puede. Son cientos, miles de víctimas, y el cólera otra vez. El trabajo de la misión cubana es heroica. Son héroes ignorados por el mundo de la banalización y el individualismo, pero amados y reconocidos por un pueblo que sólo confía en ellos.
Esos médicos, enfermeros y otros profesionales de la salud cubanos, no están allí por ningún tipo de interés mezquino, no están tratando de robar territorios, ni saquear lo poco que queda de recursos naturales, ni intentan destruir la memoria de los tiempos de gloria de la primera revolución negra y de la primera independencia en América Latina.