La Habana, 2 abril (RHC)- El presidente norteamericano, Donald Trump, manifestó este domingo que su administración continúa determinada a derogar y sustituir la ley de salud conocida como Obamacare tras el fracaso del proyecto sanitario republicano en la Cámara de Representantes.

Cualquier persona, especialmente los medios de comunicación de noticias falsas, que piensen que la revocación y reemplazo del Obamacare están muertos no saben del amor y la fuerza del Partido Republicano, escribió en su cuenta personal de la red social Twitter.

Según el mandatario, las conversaciones sobre las vías de eliminar la Ley de Cuidado de Salud Asequible del Gobierno de Barack Obama (2009-2017) se han mantenido y continuarán hasta que se llegue a un acuerdo.

Pese a que el jefe de Estado se reunió por separado con diferentes grupos de congresistas republicanos con el fin de buscar el mayor apoyo posible a la medida, el pasado 24 de marzo su partido se vio obligado a retirar el proyecto ante la falta de los votos necesarios en la Cámara baja.

La mayoría republicana no fue suficiente para dar luz verde a la iniciativa porque al total rechazo demócrata se unió la oposición de más de 30 miembros de la formación roja, muchos de ellos integrantes del llamado Freedom Caucus, uno de los grupos más conservadores del Congreso.

Ante lo sucedido, Trump sugirió que retomarían el tema de una ley sanitaria cuando la legislación actual explote y los demócratas se les acerquen para proponerles un trato.

Creo que vendrán a nosotros y pedirán reunirse y obtener un plan que sea realmente grande para la gente de nuestro país, expresó a los medios tras responsabilizar de la derrota a la fuerza azul.

Sin embargo, esta semana se evidenció cuánto culpa el mandatario a los propios republicanos, cuando amenazó al Freedom Caucus con luchar contra ellos en las elecciones de medio término de 2018 si no empiezan a trabajar en equipo.

Lo sucedido con la propuesta de salud llevó a medios y analistas a señalar la incapacidad de la fuerza con superioridad en las dos cámaras del Congreso para reducir el cisma entre los conservadores y los moderados.

Mientras los primeros criticaban la iniciativa por considerarla una versión ligera del Obamacare, los segundos mostraban preocupación ante la posibilidad de que, si millones de estadounidenses quedan sin cobertura médica, el partido pagará un precio electoral por la normativa.

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