San José, 1 abr (RHC) Costa Rica escoge hoy a su nuevo presidente en medio de la mayor polarización de la sociedad, debido a la intromisión de temas como religión, identidad de género y derechos humanos en una campaña electoral atípica en esta nación.
Caracterizada en el mundo por la defensa de la democracia occidental y una postura avanzada y moderna en cuanto a los derechos humanos y la igualdad de género, a tal punto que es llamada la Suiza de Centroamérica, Costa Rica mostró en el actual proceso electoral que muchos de esos valores no están plenamente arraigados en su pueblo.
Solo ello puede explicar que el candidato Fabricio Alvarado, del evangélico conservador Partido Restauración Nacional, pueda convertirse esta noche en presidente del país, gracias a su rechazo al matrimonio igualitario, la identidad de género, las clases de educación sexual y su defensa de la familia según el concepto cristiano.
La historia comienza en diciembre de 2017, cuando entre los 13 candidatos presidenciales inscritos para los comicios generales del 4 de febrero pasado, las encuestas ubicaban a Fabricio bien atrás en la lista.
Pero, el 9 de enero anterior, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos emitió una Opinión Consultiva a favor del matrimonio igualitario, de obligario cumplimiento para todas las naciones firmantes de la Convención Americana de Derechos Humanos, entre las que se encuentra Costa Rica.
El rechazo de Fabricio a ese fallo, para lo cual llegó incluso a asegurar que de obtener la presidencia convocaría a un referendo para sacar al país de esa Convención Americana de Derechos Humanos, lo captapultó al primer lugar de las consultas solo una semana después.
Esa posición totalmente conservadora -aparentemente incompatible con el criterio que sobre este país se tiene en el resto del mundo, tomado en muchas ocasiones como ejemplo de tolerancia- le dió la victoria a Fabricio en la primera vuelta de los comicios generales, aunque sin el 40 por ciento necesario para proclamarse presidente electo.
Junto a él pasó a segunda ronda, el candidato Carlos Alvarado, del gobernante Partido Acción Ciudadana, quien ha tratado de sortear todo tipo de ataques contra la labor de la administración de Luis Guillermo Solís, de la cual formó parte como ministro de Trabajo y Seguridad Social y presidente ejecutivo del Instituto Mixto de Ayuda Social.
Como ocurre en todo proceso electoral, buena parte de la campaña proselitista de los aspirantes no oficialistas se basa en achacar los males del país al gobierno de turno, aunque esto no sea así, pero suena bien en los oídos de los electores que esperaron más de esa administración.
Para muchos analistas, ese ha sido el principal enemigo de Carlos, pero su criterio a favor del matrimonio igualitario, la identidad de género y sus llamados a la unidad nacional y el rescate de los valores que permiten a Costa Rica resaltar en el mundo, pueden llevarlo esta noche a la presidencia de esta nación centroamericana.
Las encuestas previas dan un empate técnico o una ligera ventaja de Fabricio sobre Carlos, por lo que los indecisos -rondan el 15 por ciento- serán quienes definan cuál de los dos Alvarado conducirá los destinos de este país los próximos cuatro años.