Managua, 23 abr (RHC) Varios medios de prensa testimonian que la capital de Nicaragua volvió a la tranquilidad, la ciudadanía reinicia sus actividades cotidianas y la gran mayoría de centros de trabajo, de servicios y comercios abrieron sus puertas.

La agencia Prensa Latina reportó que pudo constatar la normalidad en la ciudad con el ir y venir de los nicaragüenses, la circulación de buses y taxis, en un ambiente de calma que empieza a reinar en la ciudad tras varios días de elevada tensión social.

Desde el pasado miércoles se desató una ola de violencia en varias ciudades del país protagonizada por criminales azuzados por las manipulaciones políticas de la derecha en contra de nuevas reformas al seguro social, de acuerdo con denuncias.

Las tensiones llegaron a tal punto, que las autoridades reportaron el asesinato de al menos 10 personas, entre ellas adolescentes, jóvenes, civiles, policías y un periodista, mientras otras fuentes, aún no confirmadas, cifran en una veintena las pérdidas de vida.

Frente a esta situación el presidente de la República, Daniel Ortega, compareció ante su pueblo la víspera y anunció la derogación de las reformas que dieron inicio a las protestas, las cuales, según el gobierno, fueron infiltradas por elementos criminales y desestabilizadores.

Acompañado por la vicepresidenta Rosario Murillo y empresarios de diversos sectores, el jefe de Estado sostuvo que se adoptó esa decisión con el fin de facilitar la discusión y el diálogo para restablecer la paz en el país.

Igualmente invitó a la Conferencia Episcopal de Nicaragua a sumarse al diálogo y destacó el mensaje de paz que el papa Francisco envió este domingo al pueblo nicaragüense.

Por otra parte, Ortega reconoció el derecho de la minoría a criticar, pero no a conspirar para destruir, promover la violencia y peor aún buscar en Estados Unidos a los grupos políticos más extremistas y racistas para que financien planes de desestabilización.

En tanto, en la ciudad se pueden observar las labores de limpieza que se realizan en varios lugares, donde grupos delictivos sembraron el terror en las familias mediante el saqueo y actos vandálicos, lo cual motivo que el pueblo se organizara para defender su patrimonio y conquistas sociales.

La oficial de la Policía Nacional Juana Francisca Aguilar murió tras un ataque de grupos vandálicos de la derecha, según informó la institución nicaragüense.

Presuntos delincuentes dispararon el sábado en la cabeza a la agente Aguilar cuando cumplía con su deber, al resguardar la seguridad de las familias en el sector de la rotonda de Cristo Rey en la capital, agregó la fuente.

Originaria de Jinotepe, Carazo, la víctima, de 22 años, deja un hijo pequeño y solo llevaba nueve meses al servicio de las fuerzas del orden, según reseña el canal 6 de televisión.

Desde el miércoles se desató una ola de violencia en varias ciudades de este país protagonizada por criminales azuzados por las manipulaciones políticas de la derecha en contra de nuevas reformas al seguro social, de acuerdo con denuncias.

El subinspector Hilton Rafael Manzanares, de 33 años, también fue asesinado en servicio el jueves en el sector de la Universidad Politécnica.

El presidente Daniel Ortega anunció ayer la revocación de las medidas adoptadas por el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), que a su criterio detonaron los actos calificados de odio.

De acuerdo con el mandatario, el INSS adoptó esa decisión con el fin de facilitar la discusión y el diálogo con el sector privado para restablecer la paz en la nación.

Grupos delincuenciales atacaron ambulancias, comercios, autos, instituciones gubernamentales, viviendas familiares y espacios públicos en los últimos días, según confirmó Prensa Latina.

Al respecto, el jefe de Estado nicaragüense llamó a todos los sectores a luchar por el restablecimiento de la paz, independientemente del pensamiento político, ideología, condiciones económicas y credo religioso.

Las tensiones llegaron a tal punto que las autoridades reportan la muerte de al menos 10 personas, entre ellas adolescentes, jóvenes, civiles y un periodista, mientras que otras fuentes no confirmadas cifran en una veintena los decesos.

Ortega reconoció el derecho de la minoría a criticar, pero no a conspirar para destruir, promover la violencia y peor aún buscar en Estados Unidos a los grupos políticos más extremistas, racistas y exterminadores, para que financien planes de desestabilización en la nación.

En ese sentido denunció que las recientes protestas fueron infiltradas por vándalos, lo cual criminaliza las manifestaciones de los jóvenes, muchos de los cuales desconocen a los verdaderos promotores del caos.