Yakarta, (RHC) Dos sismos en un día y otro el anterior, desastrosas inundaciones y un amenazador volcán, mantienen una alerta sin precedente en Indonesia.
En la tarde del martes, un fuerte sismo de magnitud 6,2 estremeció al noroeste del país y aunque de momento no se reportan víctimas fatales ni daños de consideración, el susto fue mayúsculo.
Según la prensa local e imágenes difundidas a través de las redes sociales, los pobladores de la isla de Simeulue salieron despavoridos desde sus casas hacia la costa para ver si algún movimiento del mar les anticipaba la venida de un tsunami.
Afortunadamente el terremoto, cuyo epicentro se localizó muy cerca de allí, a una profundidad de 20 kilómetros, no levantó una de aquellas gigantescas y temidas olas.
En la mañana del mismo martes se registró otra sacudida de magnitud cinco, pero sin mayores consecuencias.
En la memoria de los isleños aún se arremolina el tsunami de hace dos años, que generado por un seísmo de magnitud 7,5 grados en la escala de Richter barrió la región de Palu y dejó a su paso más de cuatro mil muertos y desaparecidos.
Y aunque hace 15 años, tampoco olvidan el del 26 de diciembre de 2004, provocado por un monstruoso terremoto de magnitud 9,1 capaz de levantar paredones de agua que golpearon a 12 países con costas al océano Índico y mataron a 280 mil personas, la mayoría indonesias.
Pero desde antes, y quién sabe si por siempre, Indonesia vive en vilo por descansar sobre placas tectónicas en frecuente colisión. Cada año la zona es conmovida por unos siete mil movimientos telúricos de diversa intensidad.
Sin ir más lejos, el reciente lunes 6 de enero, un terremoto de magnitud cinco sacudió a la ciudad de Sukabumi, en Java Occidental, y aunque no provocó muertos ni perjuicios de consideración, el susto fue el de siempre.
Podría pensarse que entre remezón y remezón uno llega a acostumbrarse, pero un amigo indonesio a quien le aventuré semejante posibilidad marcó varios grados de insulto en la escala de Richter. “¿Los cubanos dormirían bien si tienen un ciclón hoy y dos mañana?”, me dijo.
Para peor, Indonesia no solo es víctima de los terremotos, pues en todo ese rosario de más de 17 mil 500 islas se alzan más de 400 volcanes, de los cuales 129 están activos y 65 se consideran peligrosos.
Uno de ellos es el Merapi, que el pasado 4 de enero arrojó una lluvia de cenizas y mantiene en estado de “waspada” (de precaución, el segundo más alto en el sistema de alerta de cuatro niveles para esos casos) a la zona de Boyolali, en la provincia indonesia de Java Central.
La Agencia Nacional para la Gestión de Desastres indicó que esa medida de precaución se mantendrá hasta nuevo aviso, porque el monte -con dos mil 968 metros de altura sobre el nivel del mar- sigue dando ocasionales muestras de inquietud y pudieran agravarse.
Episodios similares antecedieron a las brutales explosiones del Merapi en octubre-noviembre de 2010, que causaron 353 muertes y obligaron a evacuar a más de 350 mil personas. ¿Completan los volcanes la lista de infortunios de Indonesia? En modo alguno.
También están las periódicas y puntualísimas lluvias del monzón, con su secuela de inundaciones, deslizamientos de tierra y otras desgracias.
Las más recientes le regalaron un indeseado fin de año a los pobladores de Yakarta y sus alrededores, pues el 31 de diciembre último comenzó a llover a raudales y desde entonces no ha escampado.
A resultas de ello han muerto 67 personas y varias continúan desaparecidas, mientras los daños materiales -aún pendientes de tabular- han sido preliminarmente calificados de cuantiosos.
Todavía actualmente, equipos de salvamento y fuerzas del ejército proseguían las labores de rescate de residentes en zonas vulnerables, la evacuación de otros en situación de peligro y la búsqueda de desaparecidos.
Estas son las lluvias e inundaciones más desastrosas en la isla de Java desde que se tienen registros de tales fenómenos en 1866.
La tragedia ha puesto en evidencia una vez más la necesidad de mudar a otro territorio la capital del país, que con más de nueve millones y medio de habitantes está constantemente expuesta a estos fenómenos y a severas penetraciones del mar. El gobierno tiene decidido trasladarla a la isla de Borneo.
En el recién concluido año el archipiélago del sudeste asiático sufrió más de tres mil 700 desastres naturales, incluidos terremotos, erupciones volcánicas, incendios forestales, sequías, inundaciones y deslizamientos de tierra.
Tales fenómenos dejaron 477 muertos, 109 desaparecidos y tres mil 415 heridos, destruyeron casi 73 mil viviendas y causaron daños parciales a otras 15 mil, mientras seis millones de personas tuvieron que ser evacuadas.
De modo que, quien conozca a un indonesio y quiera augurarle un 2020 verdaderamente feliz, no olvide desearle un año sin aquellas desgracias.