Moscú, 21 ene (RHC) El gobierno ruso pone su mirada en el crecimiento de la economía y, todo parece indicar, que lo hará mediante el aceleramiento de los proyectos nacionales.

Precisamente, una de las principales insatisfacciones del presidente Vladimir Putin con la anterior composición del ejecutivo pareció ser el incumplimiento o atraso pronunciado en la puesta en práctica de las llamadas Directivas de Mayo del mandatario y los proyectos nacionales.

Los cambios en el llamado bloque económico del gobierno ruso están más bien dirigidos a lograr las metas fijadas por el presidente en marzo del pasado año en al menos 12 renglones vitales del país, comenta la prensa local.

Para ello, se prevé un financiamiento de unos 26 billones de rublos (unos 420 mil millones de dólares). Sin embargo, a partir de las directivas sociales presentadas por el jefe de Estado antes las dos cámaras de la Asamblea Federal, se requieren gastos adicionales.

Según fuentes citadas por el diario Vedemosti, serán necesarios entre casi 450 mil millones de rublos (siete mil 269 millones de dólares), extras, una tarea que fue entre las primeras en ser mencionadas por Mishustin en la reunión inaugural del nuevo ejecutivo.

El antiguo jefe del Servicio Federal de Impuestos, nombrado por Putin la semana pasada al frente del ejecutivo, hizo hincapié, después de un breve encuentro en su nuevo despacho con el jefe de Estado, en la responsabilidad personal de los ministros para el cumplimiento de los proyectos nacionales.

La ambiciosa tarea incluye la construcción de hospitales y policlínicos con el máximo de aplicación de nuevas tecnologías, de más de 250 mil jardines infantiles, un nivel de mortalidad infantil cercano a cuatro y una esperanza de vida igual o superior a 80 años.

Además, los mencionados proyectos llaman a realizar obras de infraestructura, una alto ritmo de construcción de viviendas, un crecimiento que para 2024 sitúe a Rusia entre las primeras cinco economías del orbe y un sostenido aumento de la población.

Por cierto, uno de los autores de tales iniciativas es el nuevo primer viceprimer ministro Andrei Belousov, desde su anterior puesto de asesor de asuntos económicos en la presidencia rusa. Su lugar, según Vedemosti, lo ocuparía Maxim Oreshkin, hasta ahora ministro de Desarrollo Económico.

Además, el nuevo jefe de la cartera de Desarrollo Económico, Maxim Reshtnikov, trabajó con el alcalde moscovita Serguei Sabianin de 2012 a 2107, cuando se convirtió en gobernador de la comarca de Perm.

De acuerdo con el presidente del comité senatorial de Política informativa, Alexei Pushkov, se produjo un cambio importante en el Gobierno, donde conservaron sus puestos dirigentes de las carteras con crítica casi cero en los encuentros de la población con Putin.

Así, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, de Defensa, Serguei Shoigu, del Interior, Vladimir Kolokoltsev, de Energía, Alexander Novak, de Transporte, Evgueni Ditrij, y de Agricultura, Dmitri Patrushev, entre otros.

El bloque social también sufrió transformaciones con nuevos titulares de Salud, Mijail Murashko, de Trabajo y Seguridad Social, Anton Kotiakov, de Ciencia y Educación, Valeri Falkov, de Cultura, Olga Liubimova, y de Deporte, Oleg Mitischin.

Tanto Katianov como Murashko provienen de las reservas de cuadros creadas en concurso nacionales de dirigentes y que ya trabajaron en sus esferas en otras estructuras del estado y en Moscú, destaca el diario Kommersant.

De acuerdo con politólogos citados aquí por la televisión rusa, el promedio de edad de los nueve vicejefes de Gobierno es de 53 años. Entre ellos conservaron sus puestos Tatiana Golikova (bloque social) y Yuri Borisov, que ahora apadrinará el sector energético y de combustible.

El gobierno de Mishustin busca la necesaria continuidad del anterior ejecutivo, pero con una tarea o, mejor dicho, con el reto de cumplir los planes sociales presentados por Putin en su discurso ante la Asamblea Federal, que pasa por un crecimiento económico sustancial.

A ello se suma el cumplimiento de los proyectos nacionales, algo en lo que no deja de insistir el nuevo primer ministro, cuyas cualidades para crear un muy efectivo sistema de administración de impuestos deberán ponerse a prueba en su función al frente del nuevo ejecutivo.