Bruselas, 17 mar (RHC) Los jefes de Estado y Gobierno de la Unión Europea celebran una cumbre extraordinaria, dirigida a encontrar soluciones a la crisis migratoria por la que transita el continente.

En la cita en Bruselas, la tercera que se realiza con ese objetivo, el bloque regional tiene previsto firmar un acuerdo con Turquía para coordinar esfuerzos en el enfrentamiento a ese fenómeno, arreglo criticado por diversas organizaciones internacionales, incluido el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.

El pacto, conciliado hace pocos días, establece devolver a territorio turco a todos los indocumentados que lleguen a Grecia, principal punto de entrada a Europa, y a cambio la Unión Europea entregará a Ankara tres mil millones de euros y la promesa de dinamizar su proceso de adhesión.

Varios críticos cuestionan la medida, pues implicaría retornos colectivos forzosos, lo que constituye una violación de la Convención Europea de Derechos Humanos.

También explican que la mayor parte de los migrantes proceden de países castigados por la guerra como Siria y Afganistán, y tienen derecho a pedir asilo en cualquier nación, según las normativas internacionales.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, anunció su escepticismo ante el principio de acuerdo migratorio entre Turquía y la Unión Europea (UE) para la reubicación de refugiados de guerra.

"Solo si todos trabajamos juntos, de forma coordinada y mantenemos la calma, lograremos tener éxito. Soy cautamente optimista, pero francamente hablando, más precavido que optimista", expresó el diplomático sobre el polémico convenio durante una comparecencia ofrecida antes de iniciarse hoy una cumbre europea de dos días.

En concreto, el acuerdo bilateral fomenta la devolución de todos los inmigrantes irregulares, incluidos refugiados sirios, que llegan a través de territorio turco a los 28 países miembros de la UE, además de un posible incentivo monetario del bloque continental a Turquía, tasado en unos tres mil millones de dólares.

Durante la conferencia -efectuada junto al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker y el presidente ucraniano, Viktor Poroshenko- Tusk reconoció la dureza y las dificultades existentes para llegar a un entendimiento final con el país otomano.

"Estamos entrando en discusiones difíciles al intensificarse las negociaciones (...) el acuerdo debe ser aceptable para cada uno de los 28 Estados miembros, sin importar si es grande o pequeño", dijo el político polaco, cuya entidad enfrenta hoy día una de las mayores crisis migratorias en la historia de Europa.

Por último, Tusk consideró que el pacto debe respetar una serie de parámetros, como "cumplir plenamente con la legislación de la UE e internacional", así como "ayudar de forma efectiva a resolver la crisis de la inmigración" y contribuir a crear una estrategia "global" para manejar el flujo de migrantes, entre otros.