La Habana, 19 jun (RHC) Cubanos y norteamericanos amigos recordaron  la verticalidad y el valor de los esposos Julius y Ethel Rosemberg, quienes afrontaron la ejecución en silla eléctrica en la prisión de Sing-Sing, Estados Unidos, el 19 de junio de l953.

En el homenaje que tuvo lugar en La Habana, ante el monumento erigido en memoria de ambos luchadores por la paz, el Presidente de la Sociedad Cubana de Historia de las Ciencias y la Tecnología, José Altshuler, ofreció datos de investigaciones sobre el entorno que rodeó al caso de los Rosemberg.

Ellos fueron víctimas de una condena políticamente motivada, en tiempos de la Guerra Fria, cuando los acusaron de espías de la antigua Unión Soviética para que desarrollaran una bomba atómica propia.

Julius y Ethel rechazaron indignados y calificaron de maquinación diabólica la práctica habitual del trato a los detenidos en ese país, de conminarlos a pactar, prometer respetarles la vida a cambio de una confesión y plena colaboración.

Los esposos expresaron entonces que “si eran ejecutados caería la vergüenza sobre el gobierno de Estados Unidos”.

Altshuler, también fundador del Movimiento Cubano por la Paz, rememoró que el Premio Nobel de Fisica, Niel Bohr dijo en l944 al ministro británico Winston Churchil y al Presidente norteamericano Teodoro Roosvelt, que ocultarle a la Unión Soviética lo que Estados Unidos estaba haciendo para obtener la bomba atómica desencadenaría una carrera armamentista extremadamente peligrosa. Y asi fue.

Agregó que confía que más temprano que tarde, en otros lugares se erijan monumentos de ese corte, donde cubanos y estadounidenses puedan reunirse en paz, respeto mutuo y solidaridad, como se hace en Cuba.

Presente en el acto se encontraba la realizadora norteamericana Estela Bravo, quien en declaraciones a Radio Habana Cuba, recordó que con apenas 20 años de edad estuvo presente ante la Casa Blanca, en l953, filmando lo que acontecía en favor de los Rosemberg.

La documentalista recordó la sensibilidad del lider de la Revolución, Fidel Castro, con los Rosemberg y sus cartas, así como su reunion en La Habana con los hijos y el abogado de la pareja pacifista.