Kinshasa, 4 jul (RHC) Sin las alarmas internacionales que amerita, la epidemia de ébola en la República Democrática del Congo se enfila amenazante contra su vecina Sudán del Sur.
El país, surgido en 2011 y con asignaturas pendientes como el hambre y las secuelas de la guerra con Sudán, tiene debilidades en su sistema sanitario -tanto de personal como de recursos- que le impedirían controlar un eventual brote.
Hace temer lo peor la muerte de una mujer de 40 años infectada con el virus del Ébola en la localidad de Ariwara, en el extremo norte de la provincia de Ituri y en la frontera con Sudán del Sur.
La víctima se trasladó desde Beni, el epicentro inicial de la epidemia que ya causó casi mil 600 muertos en Ituri y en la vecina provincia de Kivu del Norte, donde se confirmaron los primeros casos el primero de agosto de 2018.
En términos globales, el décimo brote de la enfermedad registró dos mil 369 casos con mil 598 decesos, incluidos 94 probables. Se curaron 655 y esperan por los resultados de exámenes de laboratorio 414 personas. A pesar de que las autoridades contienen la dolencia a las dos provincias del este congoleño, no han podido evitar que se amplíe el número de localidades, pues en mayo eran 17 y ya son 25.
De acuerdo con el Ministerio de Salud desde el comienzo de la epidemia, hace 11 meses, se contaminaron 122 trabajadores sanitarios directamente involucrados en la respuesta, y de ellos murieron 39.
La eliminación del brote está obstaculizado por actuación de grupos armados irregulares en la zona y la hostilidad de la población en materia de participación de la respuesta.
Ya es por mucho la epidemia más letal en la historia del país y la segunda a nivel mundial, solo superada por la de África occidental (Guinea, Sierra Leona y Liberia), con más de 11 mil muertos de 2013 a 2014. (Fuente:PL)