“Un agresivo plan para salvar vidas”. Así define la Organización Mundial de la Salud -OMS-, su nuevo esfuerzo por combatir la pandemia de la COVID-19. Hasta el 23 de marzo, la expansión del virus en casi 170 países había infectado a más de 350 000 personas y matado a más de 16 000. Y las cifras crecen cada día.
Sin tratamiento ni vacuna que haya demostrado efectividad contra la COVID-19, los médicos no pueden más que trabajar para aliviar los síntomas de la enfermedad.
Por eso, la OMS lanzó una iniciativa a la que llamó Solidaridad y que consiste en un estudio clínico en el que 10 países investigarán de manera simultánea la efectividad de cuatro drogas para tratar a pacientes contagiados con la enfermedad ocasionada por el nuevo coronavirus SARS CoV-2.
El objetivo es recopilar la mayor cantidad de datos en el menor tiempo posible, así que en vez de trabajar en el desarrollo de nuevos fármacos, un proceso que puede durar años, los participantes de esta investigación verán si alguno utilizado para combatir otras enfermedades pueden ayudar a neutralizar el nuevo coronavirus.
Y aunque algunas de estas drogas se pueden conseguir en el mercado, los médicos insisten en que ninguna de ellas se debe administrar sin la indicación y supervisión de un especialista.
Argentina, Bahréin, Canadá, Francia, Irán, Noruega, Sudáfrica, España, Suiza y Tailandia se han unido al estudio, en el que esperan la participación de miles de pacientes.
“La virtud de este tipo de estudios es que puedes reclutar pacientes rápido”, le dice a BBC Mundo el epidemiólogo George Rutherford, profesor de bioestadística en la Universidad de California (EE.UU.).
“Si, por ejemplo, yo estuviera haciendo estos análisis por mi cuenta en mi laboratorio, tendría dos o tres pacientes al día, pero con la participación de varios centros puedes tener 100 pacientes al día”, agrega.
“Esa es una buena forma de ganar eficiencia”.
Ana María Henao-Restrepo, investigadora del Departamento de Vacunas y Productos Biológicos de Inmunización de la OMS, citada por la revista Science, dijo que este proyecto lo están haciendo “en tiempo récord”.
Según Henao-Restrepo, la OMS espera tener documentación y centros de manejos de datos de esta investigación a partir de la última semana de marzo.
Rutherford afirma que, con un “cálculo hiperoptimista” y si no hay problemas logísticos, un estudio de este tipo podría arrojar resultados en un mes.
Paralelo a este estudio internacional, la OMS ha dicho que científicos de varias partes del mundo trabajan en el desarrollo de al menos 20 posibles vacunas contra la COVID-19.
Apuesta ambiciosa
No existe un tratamiento o vacuna efectivo contra el coronavirus. Foto: Getty Images.
Para diseñar este ambicioso estudio, un panel de expertos de la OMS seleccionó cuatro terapias que consideraron las más promisorias para hacerle frente a la COVID-19.
Tuvieron en cuenta criterios como la calidad de la información que se tiene sobre ellas y su disponibilidad.
Estas terapias consisten en medicamentos o combinaciones que se han utilizado en el tratamiento del ébola, la malaria o el VIH.
Estos tratamientos se aplicarán de manera aleatoria, dependiendo de la disponibilidad en cada hospital, a pacientes confirmados de COVID-19.
Luego de que comience el tratamiento, los médicos registrarán la evolución del paciente, incluyendo la fecha en que deje el hospital o si no logra recuperarse.
Rutherford indica que en este tipo de estudios lo ideal es administrar el tratamiento en las primeras etapas de la enfermedad, antes de que el paciente deba entrar a cuidados intensivos.
El epidemiólogo ve con buenos ojos el proyecto Solidaridad, pero advierte que trabajar con varios centros en varios países al mismo tiempo puede hacerlo logísticamente complicado.
“A pesar de que los protocolos se escriban de manera precisa, siempre habrá puntos de interpretación, eso puede generar que no haya comparaciones reales”, dice.
Cuatro candidatos
Frascos de Remdesivir en un hospital de Wuhan, China, para tratar pacientes enfermos con la COVID-19. Foto: Yuan Zheng/Feature China/via Newscom.
1. Remdesivir
Diseñado originalmente para tratar el ébola, el remdesivir no mostró ser efectivo. Sí parece, sin embargo, tener potencial en contra de los coronavirus según pruebas de células cultivadas en laboratorios.
También hay reportes anecdóticos de que ha sido beneficiosa para pacientes de COVID-19, pero eso no es suficiente para afirmar que la droga esa efectiva.
Entre los fármacos incluidos en el proyecto Solidaridad, el remdesivir “parece tener la más potente actividad anticoronavirus en las pruebas de laboratorio”, según le dice a BBC Mundo Stephen Morse, director del programa de Epidemiología de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Columbia (EE.UU.).
2. Cloroquina/hidroxicloroquina
El fosfato de Cloroquina se utiliza para la malaria. Foto: Shutterstock.
La cloroquina se utilizó durante muchos años para el tratamiento de la malaria, hasta que el parásito que produce esta enfermedad generó resistencia al medicamento.
“Si funciona para la malaria, no necesariamente significa que funcionará para la COVID-19”, advierte Rutherford.
Este medicamento tiene la ventaja de que se administra vía oral y es barato, pero también produce efectos secundarios como dolor de cabeza, mareos, pérdida del apetito, malestar estomacal, diarrea, vómitos y erupciones en la piel, indica la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU.
Pero también tiene el peligro de que es relativamente fácil de conseguir y su aparición en las noticias en relación a la COVID-19 ha hecho que se reportaran casos de envenenamiento.
3. Ritonavir y lopinavir
La combinación de estas dos drogas se ha utilizado para el tratamiento del VIH.
Los expertos consultados por BBC Mundo coinciden en que esta mezcla no ha mostrado resultados alentadores contra el coronavirus.
“Pero uno nunca sabe, es razonable volver a probar”, dice Rutherford.
4. Ritonavir/lopinavir e interferon-beta
La cuarta opción de terapia que probará el estudio Solidaridad es la mezcla de ritonavir y lopinavir junto con interferon-beta, una molécula que ayuda a controlar la inflamación y que ha mostrado ser efectiva en animales infectados con síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS, por sus siglas en inglés).
Los especialistas advierten que es clave ser cuidadosos con el momento en el que se administran ya que, si se aplican en etapas muy avanzadas, podrían ser poco efectivos o incluso causar más daños que beneficios al paciente.
Ahora solo es cuestión de tiempo para conocer los resultados del proyecto Solidaridad, pero según Morse: “Este es un gran paso hacia adelante”.
(Tomado de BBC Mundo)