Por Magaly Lahera
Más del 90 por ciento de los casos con leucemia salvan sus vidas en Cuba, aseguró el Doctor Carlos Hernández Padrón, Jefe del Servicio de Hematología de la Clínica de Adultos del Instituto de Hematología e Inmunología de La Habana.
En entrevista con Radio Reloj, Hernández comentó que muchos de los que enfermaron cuando eran niños o adolescentes, son ahora mujeres y hombres incorporados a la sociedad, con una vida normal.
Recordó que muchos pacientes que han padecido la llamada leucemia fulminante “tienen descendencia que ha nacido sana, pues no es ni hereditaria ni trasmisible”.
El experto añadió que, por fortuna, “aquella realidad en que los pacientes morían es otra, pues hoy se les salva la vida, con criterio de curación, a más del 90 por ciento de los casos”.
Fulminante, como es conocida popularmente y como su nombre lo indica, es la científicamente llamada leucemia promielocítica, una enfermedad maligna de la sangre con rápida evolución fatal.
Se trata de un tipo de las leucemias mieloides -muy agresivas- y representa del 15 al 20 por ciento de todas las leucemias agudas.
El paciente muere por hemorragia intracraneal, al ser una dolencia que se asocia a trastornos severos de la coagulación, pues por la muy baja presencia de plaquetas ocurren sangramientos.
La persona acude al médico por presentar hematomas en cualquier parte del cuerpo y sangrados en diferentes niveles, como encías, nariz, vagina, recto, que pueden acompañarse de infecciones como amigdalitis y neumonías, muy resistentes a tratamientos habituales.
Cuba, al igual que el resto del mundo, no tenía condiciones para asumir un tratamiento efectivo y lograr la cura de esos enfermos.
Primeros pasos hacia la cura
En 1985, el doctor Hernández Padrón vio fallecer a muchas personas con leucemia promielocítica o fulminante.
El Jefe del Servicio de Hematología de la Clínica de Adultos del Instituto de Hematología e Inmunología de La Habana aseguró que las drogas citostáticas con que eran tratadas no eran efectivas, y más del 90 por ciento morían en medio del tratamiento.
“En 1988 -recuerda el experto- los científicos chinos anuncian haber logrado la remisión de la enfermedad con el ácido transretinoico -un derivado de la vitamina A.
En 1991, Cuba recibe del Instituto de Hematología de Shanghai una donación del medicamento, que se comienza a usar con magníficos resultados, estando la mayor isla de Las Antillas entre los primeros países del mundo que lo utilizan, además de China, Francia y Estados Unidos”.
Producción nacional
“Con el ácido transretinoico hubo muy buenas respuestas de sobrevida en el tratamiento de la leucemia promielocítica”, destaca el doctor Hernández Padrón.
“Pero en 1998 China anuncia otro producto: el trióxido de arsénico, cuyo uso evidenció alta eficacia.
Cuba inicia su empleo en casos que estaban en recaída, siendo otra vez uno de los primeros países del mundo y el primero en Latinoamérica en asumir la nueva arma terapéutica”, subraya el hematólogo.
Añade que ante las bondades se decide, por interés del Instituto de Hematología e Inmunología, la producción en el país del trióxido de arsénico, misión que asume el Centro de Investigación y Desarrollo de Medicamentos (CIDEM).
Hoy, el fármaco cubano es droga de primera línea en la terapia de la leucemia fulminante, de la cual se diagnostican cada año en Cuba unos 35 casos, fundamentalmente entre los 10 y 60 años de edad.
“Con el trióxido de arsénico de producción nacional se han tratado en el Instituto de Hematología e Inmunología 67casos de leucemia promielocítica”, indica el doctor Carlos Hernández Padrón.
“Los beneficios de esa droga -señala- también los reciben pacientes de varios hospitales de La Habana, y su uso se ha extendido, además, a Pinar del Río, Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos, Santiago de Cuba, Holguín y Camagüey.
(Tomado de Radio Reloj)