Roma, 31 may (RHC) El futuro de la agricultura dependerá de cómo los países aborden las crecientes amenazas del cambio climático y la degradación ambiental, insistió la directora general adjunta de la FAO, María Helena Semedo.
A juicio de la experta, los sistemas alimentarios no sólo deben ser más eficientes, sino responsables con la sociedad y el medio ambiente.
Estimados de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indican que el número de habitantes en la Tierra superará los nueve mil millones en 2050, ello requerirá incrementar la producción de comida en al menos un 60 por ciento frente a los niveles actuales.
Sin embargo, los pequeños campesinos y agricultores familiares figuran entre los más afectados por las altas temperaturas, las sequías y los desastres asociados al cambio climático, sustenta la FAO.
En una charla con representantes gubernamentales, de la sociedad civil y el sector privado, Semedo subrayó la necesidad de asegurar un crecimiento económico sostenible, capaz de enfrentar los retos medioambientales.
Entre las experiencias destacadas por el evento estuvo el programa Origen Verde, expuesto por la economista jefa del ministerio irlandés de Agricultura, Sinéad McPhillips.
De acuerdo con la funcionaria, Irlanda aumentó el valor de su producción agrícola en los últimos cinco años en más del 50 por ciento, debido en parte a ese programa, el cual contempla a medio millar de empresas.
El foro apreció igualmente las prácticas de Kenya, cuyo plan de desarrollo hasta 2030 prevé la transformación de esa nación africana en un territorio industrializado y de ingresos medios, dentro de un entorno ambiental limpio y seguro.
Al decir del diplomático keniano Fabian Sumba aspectos fundamentales de los programas en marcha son el otorgamiento de préstamos y subsidios a los pequeños productores para la compra de insumos y otros recursos.
Para el coordinador de la organización Oxfam International, David Bright, el gran desafío del modelo agrícola en muchos países está en garantizar una distribución justa de los costos, los riesgos y los beneficios.
En numerosos casos los pequeños agricultores, especialmente las mujeres, siguen marginados, y no siempre existe una visión clara por parte de los gobiernos para la gestión de recursos compartidos como el agua o la tierra, comentó el especialista.