Es un verano distinto en el Hospital Comandante Pinares; hay ajetreo escolar: preparativos para comprar los uniformes… que si el color de la mochila o quiénes vendrán al inicio del curso escolar, a cuál de las maestras de prescolar regalarle el privilegio de un niño capaz de dar lecciones de entereza. Estas y otras interrogantes son comunes en pasillos y salones.
¡Y es que Edikson comenzará la escuela en septiembre! Sí, es Edikson González Paneque, ese que de sus cuatro años y siete meses de edad, ha pasado 860 días en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos (UCIP) de la instalación asistencial sancristobalense, donde ya es legendario por su gozo de vivir intensamente y feliz, en sus circunstancias.
Por tanto, para Noelia Povea Gómez, jefa del departamento de Trabajo Social en el centro, no existe tarea de mayor envergadura que organizar el inicio del curso con la inclusión del niño, aquejado de osteogénesis imperfecta (huesos de cristal) que, al asociarse a hipertensión pulmonar, requiere de traqueostomía y ventilación, razones para su permanencia hospitalizado.
Ella y el personal médico de la UCIP, valoran de positivo el hecho de contar disímiles escuelas en los alrededores del hospital y hasta planean traer el día de inicio del período lectivo a niños y personal docente para encontrarse con Edikson desde su sillón móvil; las frecuencias de clases aún quedan por oficializarse mediante precisiones con la Dirección Municipal de Educación.
Insoslayable la pasión de la madre, Yadira Paneque, vigía casi permanente del pequeño, enamorada hoy del sueño tangible de acicalarlo para la ocasión, en una muestra más de la lucha por una vida plena para él, aun cuando la única opción para devolverlo a su hogar con la ventilación mecánica imprescindible para su supervivencia, sería disponer de un ventilador mecánico Carina Home, costoso y de difícil adquisición dado el bloqueo al cual está sometido el país.
La osteogénesis imperfecta u osteogenia se reporta en el mundo con frecuencia de uno en 15 000 nacidos vivos a uno en 20 000, según páginas digitales especializadas. Padecerla no hace “raro” al pequeño bahiahondense, más bien lo convierte en símbolo e invita a todos a replantearnos la existencia con la llamada “buena vibra”.
De eso se trata; por tanto Edikson mueve muchos corazones y aglutina una vez más la capacidad solidaria de los cubanos en pos de la alegría. Quien lo dude, ¡por favor, visítelo!, de seguro la lección saldrá del niño, de un futuro alumno que ya tiene muchas cosas por enseñar a la humanidad.
Se me antojan para él un lápiz musical- porque es bailador desde su cama-; una libreta de mariposas para que aprendan su vuelo; el Himno Nacional cantado por el mejor de los coros; el Martí, invisible e invencible de la mano de los maestros; en fin un desfile de letras con la palabra AMOR.
Gracias, Edikson.
Por Elena Milián Salaberri/Cubadebate