Por: Thalia Fuentes Puebla
El buque más grande del mundo en el siglo XVIII se construyó en Cuba. Fue el “Santísima Trinidad” y corrió a cargo del astillero de La Habana, ubicado en los terrenos de la Terminal de Ferrocarriles.
Eddie Quiñones Díaz de Villegas, investigador de la Oficina del Historiador de la capital, afirmó que luego de cuatro años de trabajo se terminó la embarcación en octubre de 1769 y por Orden Real recibió el nombre oficial de Nuestra Señora de la Santísima Trinidad, y dada la consistencia y fortaleza de la misma fue apodada como “El Escorial de los mares”.
Según datos del libro El astillero de La Habana y la construcción naval 1700-1750, de José Manuel Serrano Alvárez, el costo de la fabricación fue de 40 mil ducados españoles y se utilizaron para su confección maderas preciosas como caoba, júcaro y caguairán, transportadas hacia la capital desde el poblado de San Jerónimo, en la provincia de Camagüey.
Contó en principio con 140 piezas de artillería y un peso de cuatro mil 902 toneladas, pero después de ser probada en alta mar, la nave sufrió varios inconvenientes, corregidos en los astilleros de Ferrol y Cádiz, en España. Tales fueron las modificaciones ejecutadas que se convirtió en el más grande navío de línea de su tiempo.
En julio de 1779 el Santísima Trinidad fue el bajel insignia de la Flota Española en la guerra contra Gran Bretaña, y tomó parte en las operaciones en el Canal de la Mancha a finales del verano de ese año. En 1780, participó en la captura de un convoy inglés de 55 buques y en la batalla del Cabo de Espartel.
Posteriormente, fue capturado el 21 de octubre de 1805 en la batalla de Trafalgar, tras una dura lucha contra los ingleses, producto de su poca maniobrabilidad, bajo las órdenes del jefe de escuadra Baltasar Hidalgo de Cisneros y con Francisco Javier de Uriarte y Borja como Capitán de Bandera. El barco se hundió el 24 de octubre a unas 25 o 28 millas al sur de Cádiz.
Símbolo del final del poderío español, la mayor arma de guerra de su época permanece ahora en el fondo del mar. Sus piezas de artillería fueron extraídas e instaladas en la entrada del Panteón de Marinos Ilustres situado en la Escuela de Suboficiales de la Armada, en San Fernando , en la cuidad ibérica que le ofreció el ultimo adiós.
En el año 2006 un barco mercante fue acondicionado para imitar el aspecto externo del Santísima Trinidad. La conversión fue comenzada en Galicia, hasta que fue trasladado al puerto de Málaga, donde se utilizaba como restaurante flotante, discoteca y sala de exposiciones.
Gracias a un proyecto en conjunto de la Oficina del Historiador de la Cuidad de La Habana, y los ingenieros canadienses Ken y Jane Woods, una maqueta del navío única de su tipo en Cuba, cuya confección duró tres años por los detalles y peculiaridades que posee, fue llevada al Museo Castillo de la Real Fuerza.