Por Eileen Molina Fernández
La atención a niños y adolescentes con diferentes tipos de discapacidades, tanto físicas como intelectuales, constituye una prioridad dentro del sistema educacional cubano.
Desde 1962 se han creado en todas las provincias del país escuelas dedicadas a la enseñanza de infantes ciegos, sordos y con discapacidades físico-motoras.
Estos centros vinculan los conocimientos con habilidades prácticas que permiten a los estudiantes aprender a convivir con sus limitaciones e insertarse en la vida social y laboral de la nación.
En el caso específico de la oriental provincia de Holguín existen escuelas como La Edad de Oro, la cual cuenta con un equipo multidisciplinario especializado en la atención a infantes sordos y débiles visuales.
Sobresale entre los principales logros de la institución la incorporación de los infantes a la enseñanza general y el desarrollo de herramientas para comunicarse, transitar en espacios abiertos y superar barreras arquitectónicas.
Otra de las escuelas de referencia es la Jorge Ricardo Masetti, donde estudian más de 100 educandos, entre los cuatro y los 18 años de edad, con retraso mental leve, moderado, severo o agravado.
Ese centro educacional desarrolla múltiples estrategias para garantizar la inclusión social de sus pupilos, entre ellas el cultivo de hortalizas y vegetales en el huerto escolar y el desarrollo de habilidades manuales como rasgar, pegar y perforar.
En esta localidad, ubicada a más de 700 kilómetros al este de La Habana, existen también dos círculos infantiles en la ciudad cabecera, donde se comienza a instruir a los pequeños con discapacidades desde las primeras etapas de la vida.
El quehacer de las instituciones de la enseñanza especial en el territorio se materializa también en actividades recreativas y culturales como festivales de danza, teatro, artes plásticas y juegos tradicionales, que tienen como centro las comunidades cercanas.
La familia también es un eslabón fundamental dentro de tal sistema y se vincula con el proceso de aprendizaje de los niños discapacitados a través de conversatorios y charlas educativas donde se les enseña a los padres a complementar la educación de sus hijos en el hogar.
Estas iniciativas contribuyen a mejorar la calidad de vida de los infantes y garantizan, en su conjunto, una mejor preparación para convertirse en los hombres y las mujeres del mañana.
(Tomado de la ACN)