Por: José M. Correa Armas/JRebelde
El Castillo de los Tres Reyes del Morro es la más emblemática de las fortalezas cubanas, cuya torre se yergue como un gigantesco guardián justo en la entrada de la Bahía de La Habana. Es todo un símbolo de la capital de Cuba.
La construcción de la fortificación comenzó en 1589 y concluyó en 1630, a cargo del ingeniero militar italiano Juan Bautista Antonelli, en el lado este del canal de acceso al puerto de La Habana, y como parte del sistema defensivo de una ciudad asediada por piratas y corsarios en aquel entonces.
La fortaleza está construida sobre una roca, aprovechando un risco existente, que le da una posición privilegiada a la entrada de la bahía. En el interior del Castillo del Morro, todavía se conservan los viejos cañones que protegían la ciudad de esos ataques.
Los muros de los lados del Castillo que dan al mar y a la bahía miden 60 metros de altura, y por tierra la fortaleza está separada por un profundo foso, lo que hacía casi inaccesible el acceso.
En 1762, durante la toma de La Habana por los ingleses, el Castillo, comandado por el Capitán de Navío Luis V. de Velasco, resistió heroicamente durante varias semanas el asedio de tropas conjuntas del ejército y la marina británicos, comandadas respectivamente por el conde de Albemarle y por el Almirante Sir George Pocock. Los invasores solo pudieron apoderarse de La Habana luego de hacer estallar una mina bajo los muros del Castillo.
Pocos años después de su reconstrucción, al Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro se le anexó una torre que comenzó a utilizarse como faro desde 1764. En sus orígenes la misma era de cal y canto, de 10 metros de altura y utilizaba leña como combustible para la proyección del haz de luz.
El 21 de junio de 1845, el viejo faro fue sustituido por otro de sillería, de 45 metros de altura sobre el nivel del mar, el mismo que se aprecia actualmente y que constituye una de las imágenes más conocidas de La Habana internacionalmente. Sólo un siglo más tarde, a partir de 1945, fue electrificado todo el sistema de alumbrado del Morro habanero.
El faro, aunque data del año 1845, ofrece una imagen moderna que consta de una cúpula octogonal de metal con cristales especialmente diseñados para guiar a buques y aviones. Símbolo de la Isla a nivel mundial y centinela de la ciudad, tiene un alcance de 18 millas náuticas con dos destellos de luz cada 15 segundos.
Una escalera de caracol de 170 peldaños sirve de acceso a este vigía que descubre una impresionante vista del Centro Histórico de La Habana Vieja.
El Faro, junto al Castillo de los Tres Reyes del Morro, ha devenido símbolo imperecedero de La Habana. Luego de iniciarse su restauración en 1986, el Castillo pasó a integrar, junto con la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, el Parque Histórico Militar Morro-Cabaña.
El Morro, como simplemente se le conoce, vigila la entrada de la Bahía de La Habana y saluda a cada barco que entra en su rada. Constituye la más antigua fortificación construida por los españoles en América y punto obligado en los recorridos de cuanto turista arriba a la capital cubana.
El Morro pertenece a todos los cubanos, y permanecerá durante muchos siglos más desafiando el paso del tiempo, guiando los barcos, resistiendo huracanes y atrayendo con su irresistible encanto la mirada obligada de todos los transeúntes.