por Yuris Nórido
La colección de carteles de cine del ICAIC ha sido incluida en el registro nacional del Programa Memoria del Mundo de la Unesco. Más allá de la funcionalidad, estos carteles atesoran grandes valores artísticos.
Las paredes y el techo de la recepción de las oficinas del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) están cubiertos de carteles de cine. Completamente cubiertos. Desde la calle 23 el paseante puede ver esta singular galería.
El conjunto es multicolor. Y si uno se fija bien, notará la gran variedad estilística. Hay carteles de los principales filmes de la cinematografía nacional y también de otros menos significativos… hasta el punto de que el cartel ha llegado a ser más célebre que la película misma.
Es que el cartel cubano de cine, sobre todo en el último medio siglo, ha sido mucho más que gráfica funcional; buena parte de las propuestas constituyen indudables obras de arte, algunas de las cuales, incluso, han llegado a ser clásicos de las artes visuales cubanas.
La gran mayoría de las propuestas comparte una característica: la gráfica casi nunca es pura reproducción de la visualidad de la película. Más que «transcribir», el cartel interpreta, sintetiza, sugiere… es punto de partida de la historia que contará el filme. Hay figuraciones más o menos diáfanas, y hasta coqueteos con lo abstracto. Pero nunca una visión simplificadora de la película.
Una técnica descuella: la serigrafía, que implica un proceso manufacturado, no industrial. Ese es un plus para el coleccionista de estas obras. Quizás, en algún momento, fueran considerados «arte menor», pero con los años se han revalorizado extraordinariamente.
El escritor cubano Alejo Carpentier expresó en algún momento que los carteles de cine en Cuba integraban una «pinacoteca al alcance de todos». Y es cierto: esa cartelística, pensada para su socialización, contribuyó a la formación del gusto por la plástica de varias generaciones de espectadores del cine.
Grandes artistas de la pintura cubana fueron seducidos por la «magia» del cartel. Raúl Martínez, René Portocarrero, Servando Cabrera… y algunos diseñadores devinieron emblemas de ese arte, entre ellos Eduardo Muñoz Bachs.
Pero la lista de creadores es amplia, solo hay que ver estos carteles exhibidos en la sede habanera del ICAIC. Y eso que esta es una selección: la Cinemateca de Cuba atesora cientos de afiches, la colección es una de las más importantes del mundo.
Se han expuesto en Cuba y en importantes galerías de todo el mundo. Medio millón de personas asistieron a la muestra que se exhibió en Turín, Italia, el año pasado.
No asombra que este gran patrimonio haya sido incluido en el registro nacional del Programa Memoria del Mundo de la Unesco. Es un camino que comienza ahora: hay que trabajar para que forme parte de los registros regionales y el universal. Valores hay de sobra.
(CubaSí)