Santo Domingo, Villa Clara. Una historia poco conocida resulta la de un balneario establecido en el intricado poblado de Amaro del centro de Cuba, desde 1885, y la explotación de aguas ricas en minerales para uso humano, a partir de 1911.
El paraje para el asueto, durante los calurosos veranos tropicales, recibía muchos visitantes y con el tiempo desapareció, pero se mantuvo la industria del líquido embotellado.
La bebida natural dispone de las proporciones necesarias en cloruros, bicarbonatos, calcio, hierro, magnesio y sulfatos, por citar algunos componentes.
Famosos galenos como el urólogo Joaquín Albarrán y el pediatra Angel Arturo Aballí recomendaban a sus pacientes beber de los manantiales de la localidad del centro de la isla.
Las aguas del yacimiento Amaro recibieron medallas de oro en ferias comerciales desarrolladas en La Habana, en 1911, y en Camagüey al siguiente año, mientras en 1917 se acreditaron el Gran Premio en Milano, Italia.
Por su parte Emilio Roig de Leuchsenring, historiador, etnólogo y periodista cubano, aseveró en El libro de Cuba, 1925, que las aguas de Amaro, junto a otras del país, eran exportadas en grandes cantidades, con prestigio internacional.
En el mismo lugar donde se creó una embotelladora en 1911 se mantiene el flujo productivo del líquido natural, en tres formatos.
El balneario, situado al noroeste de Santa Clara y a 15 kilómetros de la cabecera municipal de Santo Domingo, está ubicado en una gran llanura con pocas elevaciones, zona de una abundante red de arroyos.
(ACN)