Por: Guadalupe Yaujar Díaz
El Teatro Sauto de la ciudad de Matanzas, de la provincia de igual nombre en el occidente cubano, inaugurado en 6 de abril de 1863 vive actualmente, desde hace siete años su reparación capital.
El gran teatro, Monumento Nacional, uno de los tres clásicos del siglo 19 y aspirante a la categoría de Patrimonio de la Humanidad, entroniza su historia junto a los momentos de esplendor económico y cultural, cuando en l860 esa urbe fue nombrada como la Atenas de Cuba, y se considaban notables centros e instituciones educativas, artísticas y literarias.
La instalación nació bajo el nombre de Esteban y fue rebautizada varias veces hasta denominarse Sauto en homenaje a Ambrosio de la Concepción Sauto y Noda, vecino y benefactor de la ciudad y amante de las artes.
Esta joya arquitectónica de estilo neoclásico, perfecta acústica y el teatro mejor dotado de todos los escenarios del interior del país, posee un mecanismo de ascenso de su platea sujeto a rehabilitación, únicamente igualado por dos teatros en mundo, La Scala de Milán y el Colón de Buenos Aires.
Mientras, en su abovedado techo reposan las ocho musas del olimpo, con la ausencia de Polimnia diosa de la elocuencia, devenidos frescos de una integralidad muralística única en los edificios del siglo 19.
Estas han sido incluidas en el Inventario de Patrimonio Mural de la Isla lo cual le confiere “valor grado I” y “grado I de Protección”, categorías que impiden cualquier intervención futura inconsulta sobre ellas.
La obra, con 15 metros y 20 centímetros, resalta como pintura y decoración mural, posee característica que apelan la belleza ideal, serena y el culto a la antigüedad clásica, elementos que la distinguen en el contexto artístico de la época en esa región del occidente cubano.
Más de un siglo y medio después que el arquitecto y pintor italiano Daniel Dall´Aglio plasmara las hermosas musas de la mitología griega, el mito persigue la realidad de que fueran nueve las diosas en la bóveda del inmueble, algo que los especialistas han descartado.
A propósito en 1998 el pintor Ángel Bello, al frente de la decoración interior del inmueble cuando éste fue remozado íntegramente a fines de la década del 60, explicó que los frescos originales no se pudieron rescatar, sólo huellas y restos en diferentes partes.
Sin embargo, aseveró que por la medida de la decoración del techo y de los dibujos de las musas que había, el espacio era sólo para ocho.
Por su parte el arquitecto Daniel Taboada, quien dirigió la obra aclararía que el dibujo del techo de Sauto es geométrico, totalmente simétrico.
Y afirmó: Si hubieran sido nueve, habríamos tenido que suponer que el techo era muy distinto, cosa que no me parece.
“De ahí, que una persona de pie frente al escenario descubrirá que todo lo que tiene a su derecha corresponde a números pares y, claro está, lo de la izquierda a impares.
En ese caso están las lunetas, los palcos, los grillés y los camerinos. Reitero, la simetría es perfecta: todo lo que existe a un lado, se repite en el otro. Por eso me inclino a pensar que Dall´Aglio, quien además de los proyectos del coliseo, realizó toda su decoración, tuvo también en la bóveda ese benevolente sentido del espacio.” (1)
Famoso por su magnífica acústica, al escenario del Sauto han subido relevantes artistas, tanto nacionales como foráneos, entre los que destacan la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso, la rusa, de similar renombre, Anna Pavlova, el tenor italiano Enrico Caruso, el Premio Nobel de Literatura Jacinto Benavente, la cantante argentina Libertad Lamarque y el bailarín español Antonio Gades.
También, el genial ajedrecista cubano José Raúl Capablanca jugó una partida simultánea en sus salas, sede de extraordinarios hechos históricos como haberse entonado por vez primera en público el Himno de Bayamo en 1899, y la constitución de los Órganos del Poder Popular en 1974.
Ahora, cuando el Sauto, sujeto a una lenta y minuciosa rehabilitación por manos de especialistas y restauradores recobra detalles originales, la declaración del mural de las musas como Patrimonio Nacional lo sitúa, por sus valores, en camino a materializar el propósito de convertirlo en el primer teatro Patrimonio de la Humanidad.
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