Por Roberto Jesús Hernández
Reproducir el encanto de lo que ya no existe, restaurar para devolver el esplendor de antaño, sanar las heridas provocadas por el tiempo y la indolencia, salvar a toda costa la memoria, crear para el futuro: eso y más requiere la cubana ciudad de Matanzas, que este 12 de octubre arriba a los 324 años de su fundación.
La llamada Atenas de Cuba, por su florecimiento alcanzado en el siglo XIX que la equiparó a la polis griega en tiempos de Pericles, mantiene su belleza en la madurez, mientras crecen las expectativas y la impaciencia a propósito del programa de rehabilitación, con su núcleo en el contexto fundacional.
El Centro Histórico, el segundo más extenso de la Isla, reúne importantes espacios públicos y edificaciones cuyo valor patrimonial justifica cualquier empeño para reanimar la urbe neoclásica, situada a unos 100 kilómetros al este de La Habana.
Dan fama a Matanzas la botica francesa Triolet, una de las mejor conservadas del siglo XIX; el Teatro Sauto, similar por su acústica a la italiana Scala de Milán, el escenario donde se bailó el primer danzón; y el Parque de La Libertad engalanado por la reproducción más fiel del rostro de José Martí.
Leonel Pérez Orozco, Conservador de la Ciudad, atribuye el lento avance del plan de rehabilitación a su complejidad, pues requirió de un periodo de preparación para concebir los diferentes proyectos en los últimos dos años, a fin de asumir las acciones prioritarias.
Modificar el diseño vial, cambiar el uso de edificaciones, restaurar inmuebles de valor histórico, recomponer fachadas en céntricas arterias, figuran en las muchas tareas de primer orden que deben completarse en saludo al aniversario 325 a cumplirse en 2018, aunque proseguirán más allá de esa fecha.
Orozco confiesa que la intervención en la calle de Medio, principal ruta comercial, constituye un verdadero aprendizaje mientras se trabaja para convertirla en una moderna arteria peatonal provista de variedad de servicios públicos, sin renunciar al adoquinado y otros elementos patrimoniales.
Aunque el reciente paso del huracán Irma impuso la pausa en los trabajos del primer tramo, no hay tiempo para el ocio, y lejos del espacio público la labor no cesa: un bloque de creadores pone todo su empeño en la decoración para la calle, la carpintería de época, la herrería…
El Sauto, bello teatro neoclásico diseñado por el italiano Daniel Dall’Aglio, muestra un exterior casi terminado a raíz de la restauración capital más abarcadora de su historia, aunque queda mucho por hacer en el interior donde brillará de nuevo la gran lámpara, la araña central, hoy en proceso de restauración.
Se preparan las nuevas obras, alguna deficiencia es corregida en el plano o el terreno, a partir de una fotografía antigua se logra reproducir un elemento arquitectónico, con una parsimonia que alimenta a los escépticos se proyecta un futuro para la ciudad nacida el 12 de octubre de 1693.
(Tomado de la ACN)