Por: Guadalupe Yaujar Díaz
El punto cubano o punto guajiro acaba de ingresar en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, según informó la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco.
Por tercera ocasión Cuba alcanza una inscripción en la lista representativa de éste organismo, al precederlas la tumba francesa que fue la primera, seguida por la rumba el pasado año.
Originado en el siglo XVIII y denominado indistintamente punto cubano y punto guajiro por su origen rural, es la manifestación lírico-musical de mayor arraigo en el campesinado cubano. De ahí, el haber sido catalogado como una expresión en la que se cristaliza la formación y consolidación de la nacionalidad en la Mayor de las Antillas.
El punto es la poesía y la música de los campesinos cubanos y aunque es característico del campo, se ha extendido al resto de la población. Mientras las familias que dominan esta disciplina forman grupos, fabrican sus propios instrumentos, y organizan y promueven las representaciones, según avala el expediente de la candidatura presentado por la isla.
Haciendo historia
"A lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, dice Le Riverend, (*) se formó una clase de grandes y pequeños propietarios, firmemente arraigados al suelo donde habían nacido", por ello "se operó un proceso de ruralización de elementos hispánicos que primero habían tenido su asiento en medios urbanos: la décima, la guitarra, la bandurria, el punteado de éstos instrumentos en oposición al rasgueado, y algunos zapateados que ya se practicaban en España. La ruralización implicaba con el aislamiento en que se quedaba, un proceso también aislado, de evolución que determinó, además de una tradicionalidad, una diferenciación zonal”.
En tanto la adopción y empleo de nuevas manifestaciones culturales abarcó a los esclavos africanos y a los criollos de la ciudad y de zonas rurales, según aparecen menciones en las novelas y relatos de viajeros.
De su vida y costumbres, de sus bailes, cantos y expresiones poéticas características de herencia hispánica participa social e integralmente el pueblo.
No cabe hablarse de música de negros ni de blancos, campesinos o pobladores de zonas urbanas, ya que en su creación, difusión y recepción entran por igual unos y otros sin diferencia alguna en la expresión cantada o instrumental. Además, cantadores e instrumentistas pueden alternar ésta con otros géneros no campesinos, devenido amplio espectro de la música cubana.
De sus avales.
Este género de canto, --acompañado de guitarras, tres, laúd, clave, güiro y guayo--
creado por nuestro pueblo y presente en casi todas las circunstancias de la vida nacional, acompaña también como canción de cuna, canto de trabajo y canto religioso ante los altares y velorios de santo. De igual manera como canto funeral en mortuorios, en endechas y serenatas de amor. Y no escapa a los momentos de diversión, quizá donde se encuentra su función y uso principal improvisando décimas en controversia o en narraciones épicas.
En diferentes regiones del país surgieron variadas tonadas, como la guantanamera, la tulibamba, así como el punto espirituano, el punto matancero, el punto cruzado entre otras formas de interpretación.
La más famosa de estas controversias ocurrió entre el mejor poeta campesino del siglo XX, Premio Nacional de Literatura, Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí y otro grande, Ángel Valiente. Otras controversias inolvidables han sido las que cantaron por más de 30 años Justo Vega y Adolfo Alfonso en el programa de televisión Palmas y Cañas.
Para tales encuentros se usan tonadas que se ajustan a su tono de voz, en el ámbito de una octava, en compás de ¾, generalmente a sílaba por nota, simples o con estribillos, pero generalmente el poeta improvisador se apoya en tonadas de estilo libre, a piacere, con las que puede dirigir su pensamiento sin prestar atención a la música.
En su génesis se sitúan muchos cantadores, hombres y mujeres, que cantan tonadas antiguas y muy hermosas utilizando tonadas a una sola voz o a dúo —estas son también llamadas tonadas de parranda— con décimas aprendidas de memoria. Las tonadas de punto libre son características de las zonas occidentales de la Isla.
Mientras, hacia el centro y oriental se cantan tonadas que parecen ser muy añejas por lo cercano de su metrorrítmica con el fandango, la bulería y las rondeñas, según autores españoles que han estudiado lo que llaman cantes de ida y vuelta, fundamentalmente el que llamaron punto de La Habana, llegado a España, en el siglo XVIII en que se reconocen ya en Cuba.
El punto, el género musical más antiguo en la nacionalidad cubana, goza de vigencia, nutrida de la herencia de cultores de ese género, casi todos fallecidos, como Celina González, Ramón Veloz, Coralia Fernández, Inocente Iznaga, el dúo Los Compadres, formado por Lorenzo Hierrezuelo y Francisco Repilado, el célebre Compay Segundo.
En su valor patrimonial, el punto, insertado en la salvaguarda cultural de la Humanidad, cuenta actualmente con el aporte de jóvenes y niños que utilizan el Punto como expresión de mensaje cantado la enriquecen y aseguran su sano futuro.
(*) Julio Le Riverend. Destacado historiador cubano (1912 – 1998)