Por: Jorge Wejebe Cobo
El 21 de abril de 1898, hace 120 años, el presidente estadounidense solicitó al Congreso declarar la guerra a España y en los días sucesivos las fuerzas navales de ese país rodearon Cuba, incluyendo la costa norte de la región occidental, para dar inicio a la guerra hispano cubana norteamericana con el primer bloqueo naval yanqui a la mayor isla de las Antillas.
Para la fecha, los intereses del naciente imperialismo consideraron impostergable cumplir sus viejos sueños de apropiarse de la ínsula vecina, para lo cual era necesario intervenir en la contienda bélica e impedir la victoria de los independentistas, cuando la derrota de la vieja y arruinada metrópoli era cuestión de tiempo.
Esos planes fueron favorecidos con la providencial voladura del acorazado norteamericano Maine en la bahía de La Habana el 15 de febrero de 1898, hecho del cual todavía se discute si fue saboteado por los estadounidenses para tener un pretexto para entrar en la guerra o si voló por accidente.
Ante el inevitable conflicto, el mando colonialista español se preparó para enfrentarse al desembarco principal que consideraron ocurriría por el litoral norte de La Habana, defendida con un fuerte sistema de baterías navales que se extendían en un eje este a oeste de la ciudad.
Las más de 50 piezas artilleras estaban ubicadas desde la zona cercana donde actualmente se encuentra el municipio de Habana del Este, colindantes con los cañones de grueso calibre de la batería del Morro y se extendían hasta donde hoy se alza el hotel Riviera y el Torreón de la Chorrera, con instalaciones intermedias en el actual parque Antonio Maceo.
El acceso a la bahía era defendido por una serie de cañones paralelos al canal de entrada y completados desde las piezas del Castillo del Morro y las situadas en las murallas de la fortalezas San Carlos de la Cabaña, la Punta, la Fuerza y el Castillo de Atarés, al fondo de la ensenada.
Pero el centro del sistema estaba en la que era para ese año la mejor colina fortificada de defensa naval probablemente de todo el continente americano, la Batería de Santa Clara, en la estratégica Loma de Taganana, en la cual se encuentra el Hotel Nacional y desde donde el 13 de junio del propio año 1898 hicieron fuego sus más de 10 descomunales piezas de 305, 280 y 150 mm contra el navío de guerra norteamericano USS Montgomery y otras unidades que se retiraron seguramente alcanzadas por el fuego hispano.
El espionaje estadounidense muy activo en los meses anteriores al inicio de las hostilidades pudo valorar las dificultades de un desembarco en esas zonas tan fuertemente defendidas y analizar que en la región también no operaban las principales fuerzas del Ejército Libertador, las cuales operaban en la región oriental favorecidas por las grandes estribaciones montañosas.
La ciudad de Santiago de Cuba estaba pobremente defendida por obsoletas baterías navales, algunas de bronce del siglo XVIII de carga por la boca y las tropas mambisas prácticamente tenían rodeada la Villa, lo cual sería de vital importancia en el apoyo a un desembarco estadounidense como realmente sucedió.
Con la entrada en la rada santiaguera de la Escuadra Española del Almirante Cervera, se terminó de decidir que la zona de desembarco sería por allí, ya que se imponía fortalecer el bloqueo naval a la ciudad y destruir la anticuada flota hispana si presentaba batalla ante la marina de EE.UU., muy superior en número de unidades y calidad a su enemigo.
Para favorecer involuntariamente los planes del voraz vecino del Norte, el Almirante Cervera recibió la orden de Madrid de salir de la bahía, romper el bloqueo de la flota enemiga y salvar la peninsular para futuras operaciones, lo cual culminó con la completa destrucción de todos los barcos hispanos que se inmolaron valientemente pero sirviendo de tiro al blanco a la moderna flota yanqui.
De esa forma terminaría la necesidad del primer bloqueo naval estadounidense a Cuba, que formó parte de la exitosa estrategia imperialista de intervenir en la guerra de independencia, casi ganada por los cubanos y establecer en Cuba una república neocolonial, que se extendería por más de 50 años hasta el triunfo revolucionario del primero de enero de 1959.
Sesenta y cuatro años después, la marina de EE.UU. impondría otro bloqueo naval a la Isla, pero este en otras circunstancias históricas muy diferentes, aunque también afines a las ansias hegemónicas de siempre, durante la Crisis de Octubre de 1962, ante el pretexto de la existencia de cohetes nucleares soviéticos en la mayor isla de las Antillas, a partir de un acuerdo legítimo firmado por ambas naciones que, entre otros objetivos, tenía un fin defensivo contra los planes de agresión inminente contra el país.
Pero en esa última ocasión el nuevo bloqueo no sirvió para frustrar, dividir, ni amedrentar el proceso revolucionario que en una etapa superior de su desarrollo iniciado con las gestas independistas el 10 de octubre de 1868, supo salir triunfante de las duras pruebas durante aquellos “luminosos y tristes días” de la Crisis de Octubre, cuando al decir de Ernesto Che Guevara, la figura de estadista de Fidel brilló como nunca. (Fuente:ACN)