Por. Guadalupe Yaujar Díaz
La Habana, 1 oct (RHC) La polimita, endémica de Cuba, está considerada el caracol más bello del mundo, cuya concha es dueña de extraordinaria vistosidad, en cuanto a su forma y colores.
Esos moluscos, con pie carnoso ventral del que se valen para arrastrarse, se localizan en las regiones intricadas del oriente cubano, especialmente en los municipios de Baracoa y Maisí de la provincia de Guantánamo, aunque también pueden hallarse en zonas colindantes del propio territorio y del vecino Holguín.
Estos organismos han devenido patrimonios locales, no solo por su vistosidad conocida en todo el orbe, sino también por su función de control biológico de hongos y líquenes perjudiciales a las plantas.
Según estudios, bastan cuatro polimitas adultas sobre una planta de café para mantener sus hojas libres de hongos. Seis u ocho cumplen igual función en un árbol de guayaba.
Los naturalistas reconocen la presencia de seis especies (polimita venusta, picta, muscarum, sulphurosa, versicolor y brocheri).
En el caso de la picta, la de coloraciones más vivas, está considerada Caracol Nacional y abarca cinco subespecies.
Sin embargo, un reciente monitoreo realizado por científicos cubanos reporta el peligro de extinción de la polimita sulphurosa, al contabilizar los pocos ejemplares de esa especie que quedan en la región montañosa de Sagua de Tánamo y Moa, en la nororiental Holguín.
La marcada microlocalización de la comúnmente conocida polimita color azufre, endémica de esa zona, y su relativa baja capacidad de dispersión determinan, entre otros factores, que sus poblaciones se hayan reducido considerablemente en los últimos años, según expertos de la Fundación Antonio Nuñez Jiménez de la Naturaleza y El Hombre.
Estos moluscos tienen hábitos arborícolas, se alimentan de hongos y líquenes y son sensibles a los cambios de humedad, luminosidad, temperatura y salinidad del ambiente, por lo que no ha podido adaptarse a otros territorios. Se consideran el símbolo de la fauna de Baracoa.
Dada las extraordinarias variaciones en la escultura de las conchas, no existe otra especie de hábitos marinos, fluviales o terrestres que pueda rivalizar con ellas; podría decirse que no tiene rivales de competencia.
En los últimos años fueron clasificados unos 15 diseños diferentes de conchas, aunque se observa que las descendencias del raro caracol muestran cada vez menos policromía.
Estudios recogidos en el libro Las Polimitas, de José Espinosa, doctor en Ciencias Biológicas e investigador titular del Instituto de Oceanología, y el reconocido fotógrafo Julio Larramendi, corroboran la creciente disminución de las poblaciones. Entre las causas señala el saqueo de sus conchas para la venta, coleccionismo o artesanías.
A este factor se suma la pérdida o transformación del hábitat natural, la introducción de plantas y animales exóticos que compiten por su entorno, y en los últimos tiempos el cambio climático, causante de la reducción de las lluvias y el aumento de las temperaturas.
Y aunque en Cuba está prohibida la captura del invertebrado y existen regulaciones para ello, es alarmante el descenso originado por la demanda internacional de coleccionistas.
Cuba firmó un acuerdo para mantener a salvo a la polimita cubana, en el marco legal de la Convención Sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de la Fauna y Flora Silvestre (Cites).
El Apéndice I de la Cites incluyó, a propuesta de Cuba, la adopción de severas medidas para traficantes de estos moluscos endémicos del oriente del país.
También están declaradas “especiales” de nuestro país, con máxima protección y la prohibición de extraerlas de su medio, exportarlas o comercializarlas, al amparo de una resolución del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.