Por Martha Ríos
Este 15 de noviembre el Orfeón Santiago cumple 58 años de fundado, pero bien pudiera hablarse de nueve décadas de existencia si contamos la edad a la que hubiera arribado el primer día del mes, su creador, el maestro Electo Silva.
Él nació para cantar, componer, enseñar, dirigir músicos… y el Orfeón es el resultado de esa simbiosis, de honda raigambre cubana, que hizo suyo un repertorio de centenares de piezas de diversos estilos y autores.
“Siento que transmito un mensaje poético por un medio musical, por un medio excepcional como es un conjunto de voces, porque también creo que el coro es un conjunto excepcional que tiene su fuerza, su color, que da lo que no puede dar un solista”, comentaba el eximio artista.
Sopranos, contraltos, tenores, bajos…disfrutan lo que hacen, todo con profesionalidad sin par.
Sin embargo, nada les queda tan a la medida como ‘La tarde’, de Sindo Garay; ‘Lágrimas negras’, o ‘Son de la loma’, del también santiaguerísimo Miguel Matamoros.
Con estas obras, sus gargantas desbordan el tierno e indómito espíritu de la ciudad que los abriga e inspira, cual reina en su trono de lomas, y a los pies, la bahía siempre hospitalaria a la savia del mar Caribe.
Espacios nacionales y foráneos, ávidos del mejor arte musical, se repletan ante la convocatoria del Orfeón Santiago, exponente de una tradición que distingue al movimiento coral en la mayor isla de Las Antillas, en el cual continuará brillando el maestro Electo Silva.