La Habana, 22 ene (RHC) Tanto en cartas, como en trabajos periodísticos y poemas José Martí trató sobre las vivencias que tuvo a través de su breve pero fecunda existencia.
Martí estaba próximo a cumplir 16 años cuando La Habana fue estremecida por una feroz represión desatada contra la población por los integrantes del denominado Cuerpo de Voluntarios, una fuerza militar auxiliar creada desde mediados del siglo XIX con el objetivo de reforzar la defensa del régimen colonial español en Cuba.
El 22 de enero de 1869 tenía lugar la presentación de una obra en el teatro Villanueva. Ese espacio contaba con una capacidad para mil trescientos espectadores y se hallaba ubicado en el área comprendida entre las calles Zulueta, Colón, Morro y Refugio. Había sido inaugurado en 1847, e inicialmente se denominó Circo habanero.
En la fecha citada se presentó una compañía de bufos con la obra titulada El perro huevero. Casi al final de la obra uno de los personajes exclamó: ¡Viva la tierra que produce la caña!, y desde el público gritaron Viva Cuba libre.
De inmediato en forma airada los miembros del Cuerpo de Voluntarios que se hallaban en el teatro reaccionaron con gran ira. Irrumpieron en el interior del local, golpeando y disparando a mansalva, con lo que lograron desalojar el teatro, con un saldo de tres muertos y varios heridos.
También las fuerzas españolas en los días sucesivos llevaron a cabo numerosos registros y detenciones. Entre las personas arrestadas estuvo Rafael María de Mendive, un destacado profesor y patriota, maestro del joven José Martí.
Precisamente cuando se produjeron los sucesos en el teatro Villanueva, Martí se hallaba en la casa de Mendive, en la calle Prado. Ante la tensa situación su madre, Leonor Pérez, muy preocupada por lo que pudiera pasarle a su hijo si hubiese intentado retornar a su vivienda salió, sin importarle el peligro, a recogerlo a la vivienda de su maestro.
Tanto lo ocurrido en La Habana ese 22 de enero de 1869, que causó muertos y heridos, así como la digna postura asumida por su progenitora quedaron registrados en la memoria de Martí y fue así como, varios lustros después, cuando creó los Versos Sencillos en uno de los 46 poemas, el 27, trató acerca de esa vivencia.
En este Verso Sencillos, que se halla conformado por seis cuartetas, él también especificó al narrar lo que hizo su querida madre:
Pasa, entre balas, un coche:
Entran, llorando, a una muerta:
Llama una mano a la puerta
En lo negro de la noche.
No hay bala que no taladre
El portón: y la mujer
Que llama, me ha dado el ser:
Me viene a buscar mi madre.
Igualmente recordó en el poema la impresión que causó la firmeza su progenitora en esos instantes de extrema tensión. Afirmó:
A la boca de la muerte,
Los valientes habaneros
Se quitaron los sombreros
Ante la matrona fuerte.
Y después que nos besamos
Como dos locos, me dijo
“¡Vamos pronto, vamos hijo:
La niña está sola: vamos!
José Martí y el Verso Sencillo sobre el 22 de enero de 1869 José Martí elaboró sus Versos Sencillos en 1890 cuando se hallaba reponiéndose de problemas de salud en una zona rural cerca de Nueva York. Al año siguiente logró editar lo que fue su segundo libro de poemas.
En los Versos Sencillos además de reflejar otras vivencias de diferentes etapas de su vida, Martí igualmente expuso principios y valoraciones acerca de la naturaleza y la poesía.
A través del tiempo, investigadores cubanos así como de otras partes del mundo han expuesto consideraciones en torno a la trascendencia y características de los Versos Sencillos de José Martí. Y a manera de ejemplo cito lo detallado por la destacada poetisa chilena Gabriela Mistral en una conferencia pronunciada en La Habana el 30 de octubre de 1938.
Ella planteó al referirse específicamente a Martí como poeta y a sus Versos Sencillos, que los consideraba sin una sola resquebrajadura en la unidad ni en la perfección .
Agregó la Mistral que el milagro de los versos sencillos es el de que en ello está la semilla genuina del ser de Martí e igualmente manifestó:
“Mi impresión es, dejada aparte la prosa, la de que los Versos sencillos son la isla genuina de la originalidad poética de Martí, que son la médula martiana, adonde no pudo colarse el enemigo. Esta isla me es, por eso, particularmente querida. Tengo en ella mis mayores gozos con el Maestro; tengo allí con él mi coloquio más logrado; desde este pedazo de su obra cae sobre mí el rayo martiano más vertical. El instinto, que es la única sabiduría de la mujer, me dice, cuando leo los Versos sencillos, que el hombre sin mezcla que me importa está en ése mejor que en los otros racimos de la gran cepa.” (Fuente: Radio Rebelde)