La eterna telegrafista Nelda y los inolvidables días de Playa Girón

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2019-04-19 08:12:53

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Foto: Yasser Landazuri Romero/ Corresponsalía de Televisión Songo-La Maya.

Por: Adriana Cisneros Fernández

La Habana, 19 abr (RHC) A Nelda García Sánchez la conozco desde que me mudé para la casa de mis suegros. Como vecina, siempre me saludaba con mucho cariño. Pero el primer recuerdo que tengo de ella fue un domingo en el parque central de mi natal pueblo La Maya (Santiago de Cuba).

Esa mañana un grupo de radioaficionados de Santiago de Cuba habían llegado con sus equipos hasta el municipio Songo-La Maya para hacer una actividad que motivara a algunos a interesarse por ese hobby, y así iniciar el camino para crear una célula de la federación en el territorio.

Uno de ellos estaba tocando un equipo desconocido para mí, y que a través de puntos y rayas emitía sonidos que no lograba descifrar, pero Nelda al parecer sí. Intentó tocarlo y el dueño la miró con el recelo de quien cuida su tesoro de las manos de una intrusa desconocida.

En ese instante, la señora demostró una destreza inimaginable en el equipo de radio y escribió algo breve que solo ellos dos entendieron. Bastó para que él la mirara con asombro. Ella sonrió y le dijo: soy telegrafista.

Poco tiempo después supe la verdadera historia de Nelda y el oficio que la vinculó con aquellos históricos días de abril de 1961, cuando Cuba tuvo que defender su independencia en las arenas de Playa Girón.

Hoy tiene 81 años y, aunque no escucha perfectamente y ya sus pasos son más calmados, tiene una lucidez envidiable y me cuenta parte de sus memorias.

De sus inicios en la telegrafía y la posterior invasión mercenaria

“Soy de Felton, Mayarí Abajo, en la provincia de Holguín y allí después que terminé el 12 grado estudié telegrafía y radiotelegrafía, no porque me interesara mucho sino porque en aquella época no habían muchas opciones para estudiar. Después que la empecé a estudiar si me gustó porque eso era puntos y rayas.

“Tenía un primo que estuvo alzado durante las luchas revolucionarias y después del triunfo de 1959 lo trasladaron para Matanzas como jefe de comunicaciones. Como sabía que me había graduado de telegrafista y no tenía a nadie allá que hiciera esa labor me mandó a buscar. Solo tenía 20 años. Mi padre no quería darme permiso, pero luego accedió.

“Cuando llegué había radios, telégrafos y teletipos y menos mal que ya trabajaba allí como civil una muchacha de Manzanillo, llamada Rebeca. Me ubicaron como telegrafista en el Cuarto Distrito Militar, convertido después lo en Escuela de Oficiales”.

Nelda recuerda que durante el tiempo que estuvo en ese lugar tuvo el privilegio de ver a grandes hombres de nuestra historia. Como hacía poco había triunfado la Revolución, muchos de los que venían de la lucha en la Sierra Maestra transitaron por allí para superarse como oficiales.

Entre los nombres que primero le vienen a la mente están José Ramón (el Gallego) Fernández, Avilio Acuña, Guillermo García Frías, José Ramón Machado Ventura y Camilo Cienfuegos, que llegaba de vez en vez en su avioneta y aterrizaba allí mismo. A muchos los vio de cerca porque iban a la sala de radio donde estaba para que le pusieran alguna comunicación.

Cuando llegaron los días de Girón ya el sitio donde Nelda trabajaba se había convertido en Escuela de Milicias al mando de José Ramón Fernández. Los primeros milicianos fueron los que tuvieron que irse a defender la Patria.

“Lo primero que recuerdo es que como mi lugar estaba cerca de la carretera que iba para Playa Larga vi pasar tanques, carros y muchos hombres. Ya todo el mundo estaba armado y de momento me pusieron en la espalda una ´San Cristóbal´ que por poco me tumba para atrás porque pesaba mucho.

“Pedí que no me dieran un arma, no podía irme para Girón porque tenía que quedarme en la sala de radio, donde permanecimos una compañera y yo.

“Como por el radio se cogía la comunicación de los mercenarios, trajeron a alguien que sabía hablar inglés y nos tradujo lo que decían. Nosotras informábamos. En una ocasión él dijo: “oye dicen que vienen cinco negritos”, y no sabíamos que significaba eso. Al rato escuchamos que cinco aviones estaban bombardeando en Playa Larga y entendimos que esos eran los negritos”.

Y conoció a Fidel…

“Todo lo que ese hombre que hablaba inglés nos decía lo informábamos a Girón, y en una de esas, mientras estoy pasando un radio, me tocan por el hombro y me dicen: ´compañera´. Yo respondo: ´Espérate mi´jo deja que yo termine´, y sigo en lo mío.

“Y cuando miro ¡Ay! era Fidel. Qué iba a pensar que ese hombre que estaba ahí era Fidel. Ahí mismo me puse nerviosa cuando él me dijo: ´compañera póngame la comunicación con el punto uno´. Los nervios no me dejaron y el muchacho que estaba ahí tuvo que pasar el brazo por encima de mi cabeza y ponerle la comunicación.

“Qué susto me di. Él me preguntó si ese punto estaba directo y cuando le contesté: ´¡no Comandante!´. Entonces me dijo que había que ponerlo directo.

“Había uno ahí en la microonda y dijo: ´Aquí…´ y ahí mismo lo paramos porque él no podía decir que Fidel estaba en ese lugar porque si nosotros interceptamos la comunicación de los mercenarios ellos también podían hacer lo mismo”.

El día de la victoria y después de Girón

“Ese día aquello era un alboroto tremendo, nosotras casi no pudimos salir de la sala de radio. Fuimos de las primeras en comunicar la noticia cuando nos avisaron de Playa Girón que habíamos triunfado.

“Cuando salí de trabajar me fui para Matanzas y me puse a ayudar con los heridos que habían trasladado para allá. Como no tenía obligaciones de casa porque vivía con la esposa de mi primo ella lo hacía todo y yo no tenía novio ni nada me pude dedicar a eso.

“Eso fue lo más grande, murieron varios cubanos, pero triunfamos. Los mercenarios saben que si se tiran otra vez va a ser peor, porque ahora estamos más preparados”.

A finales del año 1962, el primo que se la llevó para Matanzas decidió volver para Oriente y ella no quiso quedarse sola en Occidente. Cuando tuvo vacaciones se trasladó a Santiago de Cuba en busca de trabajo en el departamento de comunicaciones, y consiguió un puesto como telegrafista en La Maya.

Preguntó dónde quedaba ese lugar y le dijeron que a una hora aproximadamente de viaje. Decidió ir para ese municipio con 24 años y al poco tiempo de trabajar como telegrafista en el correo local la designaron administradora, cargo que desempeñó durante 30 años, hasta que se jubiló y le otorgaron la medalla nacional por años de servicio.

En un momento de nuestra charla le pregunté si aún recordaba el oficio y me respondió: “Si como no, mi´ja, ese abecedario de puntos y rayas a mí no se me olvida. A veces he escuchado comunicaciones por radio y rápido me quedo atenta a ver si entiendo todo lo que transmiten”.

Cuba, entre puntos y rayas

Nelda es una señora muy agradable y alegre al conversar. Por azares de la vida no ostenta ningún reconocimiento o distinción por sus días como telegrafista cuando la agresión a Playa Girón, pero dice que eso no importa, que lo que en realidad valora es que ella es revolucionaria.

Antes de despedirnos y darle las gracias por compartirme su historia le pregunté cómo se escribiría la palabra CUBA a través del radiotelégrafo. Sin apenas pensarlo me dijo: la C dos puntos y una raya, U dos rayas y un punto, B una raya y tres puntos y la A un punto y una raya. (Fuente: Cubadebate)



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