Por: Ciro Bianchi Ross
La Habana, 17 may.-Pocos cantantes como el puertorriqueño Daniel Santos contribuyeron a fundir en un solo estilo los modos de crear y cantar por Puerto Rico y Cuba. Su largo contacto con lo mejor de la música cubana de los años 40 y 50 de la centuria pasada le confirió un sello de cubanía bien perceptible en todas sus interpretaciones y composiciones, lo que le confiere un sitial meritorio entre los grandes cantores de la música cubana del siglo XX.
Fue a finales de 1946 cuando el también puertorriqueño Bobby Capó presentó en La Habana a Daniel Santos a Amado Trinidad, el entonces poderoso propietario de la RHC Cadena Azul. De aquel encuentro surgió para Daniel un contrato en la mencionada emisora radial habanera. Debutó con el pie de la buena suerte. El número inicial de la emisión de ese día era la canción Anacobero, del trambién puertorriqueño Andrés Tallada. Por una equivocación, el locutor presentó a Daniel como el “anacobero” A partir de ese momento lo identificaron por ese mote, que se hizo famoso en la Isla y al que se le añadió el de “inquieto”, que correspondía con el carácter y la personalidad del cantante. Con su modo de cantar “el inquieto anacobero” había impresionado a La Habana, tanto como esta ciudad impresionaba al artista.
¿Qué Habana deslumbró a Daniel Santos en los años 40? La Habana de los cabarets fabulosos y las mujeres exóticas. Las calles comerciales de la ciudad con sus veinte kilómetros de vidrieras… La Habana de Esther Borja de Miguelito Valdés y Panchito Riset. Una Habana que podía contar con un público exigente para cada uno de sus espectáculos artísticos. Fue precisamente ese público exigente, afirma el musicólogo Olavo Alén, el que poco a poco moldeó a Daniel Santos como uno de los grandes cantantes en lengua española de la época. A partir de su debut habanero Daniel estuvo entrando y saliendo de Cuba hacia Nueva York o hacia ciudades sudamericanas y en cada entrada reafirmó su condición de gran intérprete de la música cubana.
Después del contrato con la RHC Cadena Azul vinieron altas y bajas para el cantante. En Radio Cadena Suaritos alternó durante una corta temporada con intérpretes de la altura de Toña la Negra, y en Radio Progreso cantó con el acompañamiento del que algunos consideran una de las grandes agrupaciones musicales de todos los tiempos, la Sonora Matancera.
El propio Anacobero dijo en una ocasión: “Hay quienes sostienen que yo hice a la Sonora Matancera. Otros, que la Sonora Matancera me hizo. Creo que nos beneficiamos mutuamente…” Lo cierto es que con el primer disco que grabó con esa orquesta alcanzó Daniel Santos la cúspide de la fama. Con la Sonora Matancera grabó el Inquieto Anacobero obras que trascienden en el tiempo y trascendieron la vida misma del artista. Piezas como Noche de ronda, de Agustín Lara, Cuidadito, compay gallo, de Ñico Saquito, Dos gardenias, de Isolina Carrillo. Son dos flores, comentó la célebre compositora, que no se marchitan desde que Daniel la cultivó en su canto…
Afirmó Daniel Santos en cierta ocasión que en Cuba y, en especial, en La Habana, ocurrieron cosas que le sirvieron de inspiración para las más de cuatrocientas piezas que compuso. Su bolero El columpio de la vida se lo inspiró una caminata por el Malecón. Déjame ver a mi hijo surgió cuando su esposa Eugenia le impidió ver a Danielito. Una breve estancia en la Cárcel de La Habana en el Castillo del Príncipe le motivó la pieza titulada Virgen de la Caridad en la que aboga por una amnistía que beneficie a los reclusos de ese recinto penitenciario… La mejor de todas las composiciones que le inspiró La Habana, afirman especialistas, es Amigotes, motivada por la intensa vida nocturna de la ciudad.
En 1957, en un bar de Maracaibo, Venezuela, escribió Daniel Santos, sobre una servilleta, su canción Sierra Maestra. Nadie quiso grabarla en Caracas y tuvo que grabarla en Nueva York. Recibió como pago las primeras mil copias del disco. Poco a poco las fue vendiendo y mandó a Cuba unos escasos ejemplares. Una de esas copias llegó a poder de la guerrilla que comenzó a pasarla por su emisora, Radio Rebelde. Eso hizo que Daniel Santos fuera acusado de comunista y de amigo personal de Fidel Castro.
En los días iniciales de enero de 1959, Daniel Santos vio la entrada del triunfante ejército insurrecto en La Habana. Regresó en agosto del año siguiente cuando lo expulsaron de Costa Rica, luego de que se le prohibió actuar en un acto de solidaridad con la Revolución Cubana. Quizás fuera esa su última visita.