Por Martha Ríos
‘Admirable refugio de criollismo’, así calificó el escritor e intelectual cubano Alejo Carpentier (1904-1980) al teatro Alhambra, porque desde su fundación el 13 de septiembre de 1890 se hicieron famosos los personajes de la mulata, el negrito, el gallego y el chino, componentes indispensables en el ajiaco que nutrió nuestra nacionalidad.
También porque las composiciones que se ejecutaban y los ritmos que se bailaban en el emblemático coliseo de La Habana mucho contribuyeron al desarrollo de la música popular cubana.
Jorge Ánckermann resultó el creador más importante vinculado al Alhambra debido a los grandes aportes que le hizo, tanto, que creó el prototipo de orquesta.
Según el destacado investigador Radamés Giro, fue el primero en escribir una partitura para ese teatro, y fijó los cánones clásicos de este con la utilización del bolero, la romanza, la canción….
Anckermann se inspiró para sus obras en la música de origen africano, español y haitiano.
Otras figuras descollaron igualmente, entre ellos, el director de orquesta, Manuel Mauriz; los hermanos Francisco y Eduardo Robreño, y Federico Villoch, libretistas a quienes se deben cerca de dos mil 700 piezas exclusivas.
Video tomado de Youtube
Con humor, sátira, chistes de doble sentido, y lenguaje callejero, se abordaban en el escenario los problemas que agobiaban a los cubanos.
Pero el coliseo de Consulado y Virtudes no escapó a las crisis económicas. Para sobrevivir apeló a espectáculos eróticos que los más influyentes diarios habaneros fustigaron.
El 18 de febrero de 1935, el pórtico del Alhambra se derrumbó y jamás fue reconstruido. Ese fue el final de la edificación, mas, grabados quedaron en la memoria de los cubanos, los momentos de mayor esplendor del teatro bufo en la mayor isla del Caribe.