La Habana, 24 mar (RHC) La belleza incomparable que se extiende a sus cavernas, saltos y cascadas, dieron lugar a la creación del Parque Natural Topes de Collantes, declarado Paisaje Natural Protegido.
El microclima imperante favorece el hábitat de más de 100 especies de aves, y entre ellas figuran la cotorra, el negrito, el gavilán, el carpintero y el sijú.
Esa zona se localiza a unos 20 kilómetros de la ciudad de Trinidad, fundada en 1514 por el Adelantado Diego Velázquez, declarada en 1988 por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad junto al Valle de los Ingenios, y que ostenta las categorías de Ciudad Artesanal del Mundo y Ciudad Creativa.
Allá arriba, pues Topes de Collantes se halla a unos 800 metros sobre el nivel del mar, también se cultiva y comercializa un café de excelente calidad y entre las variedades que se siembran está la arábica.
Café, néctar de los dioses
Considerado por muchos el néctar negro de los Dioses, el café tiene numerosos adeptos no solo en Cuba, donde forma parte intrínseca de su cultura, sino también en otras muchas partes del orbe, a veces rivalizando con el té.
Sitio obligado de visita en Topes de Collantes es la Casa Museo del Café, la cual se alza en un mirador natural donde se conservan las tradiciones cafetaleras de la zona, un muestrario de modos de producción antiguos y objetos relacionados con el cultivo del aromático grano.
A la entrada, una frase del Héroe Nacional cubano José Martí (1853-1895) espera al visitante con la siguiente apreciación: "El café tiene un misterioso comercio con el alma; dispone los miembros a la batalla y a la carrera; limpia de humanidades el espíritu; aguza y adereza las potencias; ilumina las profundidades interiores y las envía en fogosos y preciosos conceptos a los labios (...)"
Varios objetos vinculados directamente con un proceso menos moderno, como el pilón y un molinillo, se exhiben allí, incluyendo la posibilidad de degustar una taza de la estimulante bebida, presentada en varias formas.
Afuera se conservan otros implementos mucho más antiguos con los que se realizaba la actividad.
Plaza de las memorias
En Topes de Collantes también sobresale la llamada Plaza de las Memorias, creada en honor al maestro agrícola Jesús Cañizares Zayas (1910-2006), quien hizo los jardines de variedad de café y de árboles gigantes.
Se erigió en el mismo lugar donde en 1939 construyó la casa en la cual vivió con su familia cuando fundó la primera Estación Agronómica de Montaña en Cuba.
Al centro de la plaza se sembró un caguairán -árbol de extrema dureza comparado con la resistencia del pueblo cubano junto a su líder histórico Fidel Castro Ruz (1926-2016)-, resguardado por tres casas que muestran la forma en que los pobladores de la localidad construían sus viviendas.
En la casa, la de las Historias Topeñas, se exhiben pertenencias de Cañizares Zayas, evidencias de la cultura aborigen, piezas de vajillas inglesas del siglo XIX, fotos del guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara (1928-1967) y el Comandante de la Revolución Juan Almeida (1927-2009), entre otras personalidades.
Resalta el farol, uno de los utensilios empleados durante la Campaña de Alfabetización llevada a cabo tras el triunfo revolucionario del primero de enero de 1959, así como objetos pertenecientes a mártires de la Lucha Contra Bandidos.
Varias instantáneas exponen el desarrollo de la comunidad. Se muestra una fotografía de la primera visita del Comandante en Jefe Fidel Castro a Topes de Collantes, tomada durante los días de la abortada conspiración trujillista (1959).
En otra, el líder histórico de la Revolución cubana habla en 1966 a los estudiantes y profesores en el anfiteatro de la Escuela Formadora de Maestros, también en Topes de Collantes.
Infusiones y chocolate
Resulta imposible dejar de visitar la Casa de Elida, la cual recibe ese nombre por Elida González de León, quien lleva 32 años trabajando con las plantas. En este lugar se expenden diferentes tipos de infusiones, pero la especialidad es el jengibre.
Aquí existe una xiloteca de maderas cubanas donde se exponen más de 400 muestras de árboles maderables y también ornamentales. Figuran entre ellos algarrobo, cordobán, piñón fluido, sabicú, encinillo, yarúa, moruro rojo, oreja de burro, nogal, aguacatillo, roble de olor, ceiba y huevo de gallo.
Muy cerca encontramos a Andry Peña Turiño, elaborador de la Casa del Chocolate, instalación que comenzó a funcionar el 26 de julio de 2019 y donde se expenden chocolate con leche, bombones y peters elaborados de forma artesanal, helados y batidos, además de dulces y natillas.
El joven elaborador explica todo el proceso, desde que tiene en sus manos la mazorca de cacao hasta que se le extraen las semillas y se pasa a la fermentación, después al área de secado y luego a la de elaboración, donde se produce el tostado y molido.
'Sale como una pasta gruesa?', dice quien considera bonito este trabajo. Theobroma cacao es el nombre científico que recibe el árbol del cacao o cacaotero.
Hora que besa las nubes
En Topes -muchos solo le llaman así- está enclavado un singular reloj solar, obra creada en 1988 por un arquitecto búlgaro, gratamente impresionado por la exuberante naturaleza de un sitio incomparable.
Especialistas exponen que las cuatro entradas al monumental instrumento para medir el paso del tiempo, con el uso de una fuente renovable de energía, simboliza igual número de fases de la Luna.
Rodean al amplio lugar siete bancos que representan los días de la semana, mientras que figuras de aves en pleno vuelo y estilizadas flores adornan las losas ubicadas alrededor del reloj que con exactitud marca las horas utilizando para ello los beneficios del sol.
Su diseño se basa en figuras geométricas, huellas naturales de la flora y la fauna del macizo montañoso de Guamuhaya o Escambray, elementos geológicos que conducen al visitante a través de diferentes eras evolutivas.
Circunferencias de diversos tipos de rocas rodean la obra, las que en su mayoría fueron recogidas a orillas de los ríos de la localidad y representan las eras geológicas Paleozoica, Mesozoica y Cenozoica.
Enmarcados en rombos de piedra, aparecen ejemplares de la flora y la fauna, encontrándose entre las primeras la yagruma y el café, y en la segunda el zunzún.
El círculo del centro está dividido en dos partes. Una de ellas es la superficie de lectura, marcada con las horas del día, cuyo diseño semeja un ave en pleno vuelo, recreación artística del tocororo, ave nacional.
De acuerdo con los expertos, la utilización del primer reloj de la historia, el de Sol, se basa en la velocidad de rotación de la Tierra sobre su propio eje o en la aparente velocidad de rotación del Sol en torno a la Tierra.
Un dato muy curioso es el relacionado con el botánico Carlos Linneo, quien utilizó la periodicidad de estos ritmos para diseñar en el siglo XVIII un jardín capaz de indicar la hora.
Conocemos de la existencia de un reloj de Sol en la finca El Abra, en la entonces Isla de Pinos -hoy Isla de la Juventud- adonde fue deportado José Martí por el gobierno español, y algunos otros medidores del tiempo con el uso de esta fuente limpia.
Durante el recorrido por Topes de Collantes, el visitante busca atrapar todo con la mirada, lamentando perder la prodigiosa visión de la mariposa, flor nacional, los helechos pequeños y de mayor tamaño, las coníferas... y sobre todo quisiera llevarse consigo el agradable clima que prevalece todo el año en este sitio espectacular. (Fuente: Prensa Latina)