Por: Guadalupe Yaujar Díaz
La Habana, 16 abr (RHC) El añejo Faro Roncali, ubicado en el Cabo de San Antonio, en la península de Guanahacabibes, en la occidental provincia de Pinar del Río está nominado, por estos días, en la categoría de Conservación, al Premio Nacional de Restauración y Conservación 2020 que anualmente otorga el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural.
Inaugurado el 15 de septiembre de 1850, se ha convertido en un símbolo arquitectónico, según consta en el expediente presentado para la nominación, pues fue realizado bajo las más diversas adversidades sobre una cantera que no sufrió ninguna alteración, ya que solo fue empleada para la construcción del fanal y la casa de los torreros
Construido entre 1846 y 1849 autorizado por el Gobernador General O´ Donnell se terminó de construir bajo el Gobierno de Federico de Roncali, el Conde Alcoy, quien prestó su apellido para nombrar esta obra.
Para acometer la obra, en enero de 1849 llegaron al Cabo de San Antonio constructores especializados, equipamiento y recursos para acometer la gran y compleja obra, por su estructura y el terreno.
Enclavado en un promontorio rocoso natural que se alza a unos 10 metros sobre el nivel del mar, está edificado con piedras redondeadas de más de 25 centímetros de espesor obtenidas a pico cerca del lugar donde se levanta, su altura total es de algo más de 25 metros desde la base hasta el techo circular de la casamata desde la cual se proyecta el haz de luz.
Roncali es uno de los 17 faros que en la Isla mantienen vigilancia permanente y está considerado como de primera categoría, pues anualmente con su clarinada guía a miles de embarcaciones de numerosas partes del mundo que recorren las aguas caribeñas y del Golfo de México.
Asimismo, se destaca la función que cumple al orientar las embarcaciones en su tránsito por las peligrosas aguas del extremo más occidental de Cuba.
Según la leyenda, antes de la construcción, los marineros se guiaban por un gigantesco árbol que crecía en la zona, pero en las noches o días de tormentas no era visible esta referencia, por tanto, los accidentes en el paso por el borde más occidental de Cuba, se convertían en una verdadera pesadilla, lo cual provocó la queja de aquellos países que hacían uso de esta vía marítima.
Con más de un siglo sirviendo de guía a embarcaciones que transitan la región, una escalera de hierro de 72 peldaños es el enlace entre los seis pisos que lo conforman. El alcance de la luz es de 18 millas de distancia con destellos en 10 segundos y ocho de oscuridad. En tiempos de huracanes se mantiene encendido las 24 horas del día.
Su potencial lumínico desde época remota ha sido una de sus principales características. La luz que emite puede ser apreciada a unos 30 kilómetros de distancia, con una frecuencia de dos destellos cada 10 segundos, gracias a una singular torre cónica de albañilería de una altura de 75 pies (22,5 metros).
Por lo inhóspito del sitio en que está ubicado el faro a él solo se podía acceder por mar o a pie por caminos intransitables y peligrosos. Por ese motivo los torreros y la guarnición no tenían otra alternativa que trasladarse al lugar en embarcaciones.
No es hasta la década del 70 del pasado siglo que se ejecutó una carretera y toda una comunidad destinada a las familias carboneras de Los Cayuelos, así como otra vía de 63,3 kilómetros con todas las condiciones que permite acceso al Cabo de San Antonio.
Desde los farallones próximos al Faro Roncali es posible divisar paisajes de extraordinaria belleza, gracias a la biodiversidad vegetal única de la Península de Guanahacabibes, la cual fue declarada Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO en el año 1987.