por Maria Calvo
Doña María de la Concepción Palacios, madre del Libertador Simón Bolívar, por motivos de salud, no podía amamantar a su cuarto hijo, nacido el 24 de julio de 1783.
Sobre las mujeres que amamantaron al Libertador son variadas las referencias que encontramos en artículos, libros, crónicas, de escritores e historiadores que le han dedicado líneas o biografías al Libertador.
Entre la más conocida y reconocida nodriza del niño Simón Bolívar está La Negra Hipólita, a la que el Libertador dedicó palabras de admiración y respeto cuando se refería a ella.
Algunas de sus cartas dejaron plasmada para la posteridad el reconocimiento y la huella que esa relación dejó en su vida, como el mensaje enviado a su hermana María Antonia.
“Te mando una carta de mi madre Hipólita para que le des todo lo que ella quiere; para que hagas por ella como si fuera tu madre, su leche ha alimentado mi vida y no he conocido otro padre que ella”
Pero en esta oportunidad queremos citar a la mujer que alimentó con leche materna a Simón Bolivar los primeros días de su vida por varias semanas, la criolla cubana Inés Mancebo de Miyares.
Inés era una mujer blanca, natural de Santiago de Cuba, hija de Bernardo Mancebo y de Ana María Quiroga, en esos días había dado a luz a Úrsula; para la fecha la Negra Hipólita, esclava de la familia Bolívar Palacios, aún no había alumbrado a su hijo Dionisio; ella se encargaría pocos meses después, terminar de amamantar y criar a Simoncito.
Perteneciente a una de las familias más aristócratas de la Isla, Inés llegó a la provincia de Caracas a finales del siglo XVIII, cuando su esposo Fernando Antonio Vicente Miyares Pérez, cubano y alto funcionario militar de la corona española fue designado para cumplir funciones de gobierno en Venezuela.
A pesar de que no tuvo gran trato con Doña Inés, Bolívar le tuvo un gran afecto a la cubana. Existen documentos del Libertador que testimonian a su favor.
Cuando fue confiscada la hacienda de los Miyares Mancebo; ante una solicitud de Doña Inés; Bolívar ordena restituir a sus dueños la propiedad con la siguiente comunicación al coronel y gobernador Pulido:
“Cuanto usted haga en favor de esta señora corresponde a la gratitud que un corazón como el mío sabe guardar a la que me alimentó como madre. Fue ella la que en mis primeros meses me arrulló en su seno. ¡Qué más recomendación que ésta para el que sabe amar y agradecer como yo!”. (Recopilación Internet)