por María Calvo
En el Capitolio Nacional de Cuba permanece una escultura del Diablo, personaje bíblico enigmático y tenebroso, la encarnación del mal, que por haber sido sacado del cielo y condenado al infierno, se le llama el Ángel Caído.
Durante las tres décadas del siglo XX, en Cuba todas las obras escultóricas fueron erigidas por artistas italianos, excepto la de José Martí en el Parque Central, que la realizó el escultor cubano José Vilalta Saavedra y la del Alma Mater de la Universidad de La Habana , que es obra del artista checo Mario Korbel.
Salvador Buemi popular escultor italiano nacido en Palermo, Sicilia en 1860 llegó a Cuba como participante del concurso para erigir un monumento a Antonio Maceo. Es el autor de la estatua a José Martí que se encuentra en el Parque de la Libertad, en Matanzas, y la de Ignacio Agramonte en la plaza camagüeyana del mismo nombre.
Este virtuoso escultor fue el creador de la obra al Ángel Caído estatua inspirada en el tenebroso personaje bíblico Lucifer, que puede afirmarse es la más enigmática de todas sus muestras.
Su autor, al darle forma, quiso destacar los rasgos de la personalidad que representa. Cada detalle habla de la minuciosa labor y de un espléndido y exquisito gusto por lo estético, donde el desnudo apenas se advierte, su tamaño es apenas la media humana.
El Diablo de La Habana lejos de dar muestras de humillación ante el castigo, con las que a veces suele representarse, luce desafiante y prepotente. Con un puño levantado hacia el cielo, mientras se toca el pecho con la mano contraria como símbolo de su irreverencia ante el Creador.
No se conoce con exactitud el año en que fue terminada la obra. Se dice que Buemi, en 1910, obsequió su obra a Orestes Ferrara, político de origen italiano, que había ganado en la Guerra de Independencia las estrellas de Coronel, embajador de la dictadura de Gerardo Machado en Washington, pero algunos de los datos disponibles resultan contradictorios.
Resulta un misterio el destino de la estatua previo a que Ferrara la donó en 1932 al Capitolio Nacional de Cuba. Hay quienes opinan que la misma vivió una época de largo y no confirmado peregrinaje, por instituciones públicas que no demoraban en rechazarlo hasta llegar al domicilio de su dueño.
La estatua en bronce del Ángel Caído, permanece hasta hoy en uno de los patios interiores del monumental edificio, con una refinada decoración, se alza sobre un pedestal de mármol.
El ángel caído es la escultura menos mentada y menos vista de todas las que se erigen en el Palacio de las Leyes. (Recopilación de Internet)