En la parte más elevada de la Avenida de los Presidentes conocida como la calle G en el Vedado, en una zona de intensa circulación, se encuentra uno de los monumentos más hermosos; el conjunto dedicado al Mayor General José Miguel Gómez.
José Miguel Gómez fue un alto oficial del Ejército Libertador en las luchas independentistas contra la dominación española y, posteriormente, presidente de Cuba entre 1909 y 1913.
El memorial es obra del arquitecto italiano Giovanni Nicolini y se inauguró el 18 de mayo de 1936, 15 años después del fallecimiento del Mayor General en Nueva York, y unos 23 de haber concluido su gobierno.
La simpatía popular que había ganado, más allá de que le señalaran algunos manejos turbios del tesoro público, hizo posible su construcción que se calcula en 125 mil pesos, una cifra demasiado elevada para su época. Según recogen las crónicas, fue sufragado por el pueblo de la ciudad, con aportes individuales que rondaron los 20 centavos per cápita.
Bordeado por un gran semicírculo, al centro aparece un obelisco y sobre una base de granito rosa proveniente de las canteras de Ravena, en Italia, se alza la estatua del general fundida en bronce claro, de una altura de 3,50 metros.
En los costados de la base en lados opuestos, pueden contemplarse dos bellas estatuas de mármol blanco que representan la fuerza y la magnanimidad, acompañadas de altorrelieves, también fundidos en bronce, donde se refleja la labor del otrora presidente durante la guerra de independencia y la República.
Aparecen en los laterales, seis figuras en posiciones heroicas, representativas de las provincias en que estaba dividido el país en el momento de la ejecución de la obra.
Sobre cada uno de los extremos superiores del semicírculo, descuella un grupo escultórico de excelente factura. El de la izquierda contiene a la Historia, la Libertad y el Tiempo, mientras en el otro lado se representan el Derecho, la Paz y la Ley.
Resaltan las altas columnas, las pequeñas escalinatas, el jardín circundante y las palmas reales, en su función de Árbol Nacional de Cuba que se incorporan al conjunto como un elemento más.
Una vez dentro, el conjunto arquitectónico ofrece varias terrazas a distintos niveles, bancos donde descansar y fuentes de mármol de Carrara. Todos exhiben colores claros que provocan un efecto de luminosidad a la obra.
Además del monumento mencionado, existen muchos otros que convierten a la calle G en una galería de esculturas a cielo abierto que bien merecen una excursión. (Recopilación de Internet)