Dulce María Loynaz y su colección de abanicos
El abanico es un objeto muy atractivo e importante en la vida del hombre, que cuenta con una hermosa historia a través del tiempo. Se empleó no solamente para ventilar el aire, sino también para espantar insectos, avivar el fuego y, más cercano en el tiempo, para dar mensajes en reuniones sociales; por lo que se creó, con él, un lenguaje muy divulgado a partir del siglo XIX y se mantuvo parte del XX.
abanicos de Dulce María Loynaz
Este elemento del vestuario ha recibido numerosos cambios y ha sido realizado con diversos materiales y técnicas. Se han creado abanicos con varillaje y padrones (elementos que estructuran la pieza) de madera, marfil, hueso, nácar, carey, plata, y en los países que pueden ser de encaje papel o tela, se decoran con variedad de técnicas artísticas como la litografía, el dibujo a tinta, gouache y acuarelas
Para Dulce María Loynaz poetisa y novelista cubana, considerada una de las principales figuras de la literatura nacional y universal del siglo XX, Premio Miguel de Cervantes en 1992, los abanicos no eran un mero accesorio sino un todo perfecto, una obra de arte en miniatura, digna de respeto y admiración.
abanicos de Dulce María Loynaz
A la primogénita de cuatro hijos que nacieron del matrimonio de María Mercedes Muñoz y Enrique Loynaz del Castillo, apasionado cubano e ilustre General del Ejército Libertador, la rodeaba un ambiente familiar donde abundaba el buen gusto en todas sus expresiones; esto le permitió descubrir y conocer obras de diferentes manifestaciones del arte, lo cual influyó en su futura inclinación por atesorar obras artísticas.
abanico firmado por Madeleine Lemaire
La Loynaz comenzó a fomentar su colección desde la niñez incluso, guardó con mucho esmero los abanicos de su abuela y de su hermana Flor.
La autora de Jardín, coleccionó más de 300 piezas de todos tipos, a las cuales la poetisa fichó, catalogó e inventarió y construyó vitrinas para su correcta conservación en una sala de su mansión del Vedado. Aún se conserva de su puño y letra el inventario de los abanicos con su correspondiente descripción, el año en que fueron adquiridos, los materiales con los que se confeccionaron y como los adquirió.
abanicos de Dulce María Loynaz
En el muestrario podemos encontrar abanicos de Europa, Asia y algunos realizados en Cuba, confeccionados en diferentes épocas, estilos, técnicas y materiales, los más importantes están firmados por artistas como Madeleine Lemaire, pintora francesa del siglo XIX, quien fue amiga y musa de Marcel Proust, o los famosos modelos Vernis Martin, creados en el XVIII.
Dulce María añadió ejemplares pertenecientes a grandes familias de la aristocracia cubana como los que pertenecieron a las Marquesas de Zuazo Rendón y a la de Pinar del Río.
abanicos de Dulce María Loynaz
Los hay hasta muy sencillos, con paisajes de la campiña o reproduciendo pinturas del renacimiento hasta otros muy valiosos, como uno bordado en oro y empastado en nácar. Incluso hay abanicos muy novedosos y originales. Uno tiene un espejo en la base, con el objetivo de que la damisela pudiera ver en las representaciones teatrales quien se sentaba atrás. Así la fémina podía saber si su amado estaba o no en el recinto.
Otro tiene, también en la base, una lente a manera de binocular, con el fin de mejorar la visión si se estuviera sentado en el palco de un teatro.
Aunque a Dulce María Loynaz le apasionaba coleccionar estos objetos muy pocas veces los usó, afirmaba que no le gustaba mucho usarlos, ya que, según ella, creía que eran una invención de las mujeres para parecer más tontas
En 1958 se exhibieron por primera vez, de manera pública, sus abanicos, en el Museo Nacional de Bellas Artes de la Habana. (Recopilación Internet)