San Juan de los Yeras detrás del olvido

Editado por Maria Calvo
2025-03-12 11:47:19

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Parque principal de San Juan de los Yeras

por Alina Fundora Menéndez

Para muchos resulta difícil creer que hubo vida alguna vez en San Juan de los Yeras, ese pueblo perdido en el municipio Ranchuelo, Villa Clara.

Sí, sus residentes todavía se aferran a permanecer allí, aunque la ausencia de quienes se fueron se percibe en cada rincón.

Ceiba de San Juan de los Yeras

Rafael Abelardo Márquez Cogle, antiguo historiador de la localidad, fue uno de los que apostó siempre por ese pueblito cargado de recuerdos y de historia, y aprovecha cada oportunidad para reflejarla.

¿Cómo surge el nombre?

Los hermanos Juan y Lorenzo Yera nacieron en Santa Cruz de Tenerife, en Islas Canarias, pero vinieron a Cuba con su familia.

En 1736 les entregan una propiedad a sus padres de 3 mil 600 leguas a la redonda, compuesta por tierras negras muy fértiles donde comienzan a sembrar legumbres, papas y tabaco, entre otros cultivos.

Paulatinamente la cultura canaria se asentó en el lugar y las siembras convirtieron lo que antes era nada en una zona próspera que atrajo a otras familias de igual origen que se establecieron en el territorio.

En el año 1822 esos hermanos fundaron el pueblo, bajo el apelativo de Hato Potrerillo.

Diocesis Santa Clara en San JUan de los Yeras

La denominación San Juan proviene de San Juan, el Bautista, mártir muy venerado por la religión católica en Galicia, un hombre que luchaba contra las inmoralidades.

Una vez que cambia de Hato Potrerillo por San Juan, deciden sustituirlo por segunda vez, en honor a los hermanos Yera y es así como surge el nombre que aún conserva: San Juan de los Yeras.

Un poco de historia

En 1842, convierten el pueblo en Capitanía de Partido, dividido en 8 barrios: Quemado Hilarios, Bernia, Aguas Bonitas, Potrerillo, Peñazco, Guayos, Barrio Centro y Ranchuelo.

Cuartel Dragones

Erigieron 14 fortines y un Cuartel General Español (Cuartel Dragones) y, además, contaban con la loma de Cantarilla, hoy conocida como loma de Cheche, con altura de 320 metros y 3 picos, desde cuya elevación central  puede verse la bahía de Cienfuegos, posición estratégica para los peninsulares de la época.

En el mismo año realizaron un censo de población que resultó en 5 mil 971 habitantes: más de 5 mil canarios, 771 gallegos y el resto eran mulatos y pardos libres, lo cual evidencia que el poblado era canario casi en su totalidad.

A partir de 1898 recibió la influencia de la ocupación militar yanqui y tropas españolas se concentraron en Ranchuelo y convirtieron al Cuartel Dragones en la escuela primaria Manuel Angulo Bich, en 1901.

El 25 de diciembre de 1958 el pueblo de los Yeras por fin resulta libre.

Pueblo de producciones

San Juan contaba con 18 ingenios de producción azucarera y la mano de obra habitaba en barracones, en Ranchuelo.

Central Pastora

El Central Pastora, también conocido como Osvaldo Herrera, creado en 1920 en el barrio de Bernia, ganó tres emulaciones por su producción y la calidad del azúcar.

Actualmente el antiguo municipio cuenta con la planta extractora de zeolita que permite realizar acuerdos comerciales amplios, que contribuyen al desarrollo económico del país.

La vida que existía

El poblado fue además lugar de paso para llegar a Cienfuegos, colmado de salones de juego, barberías, fondas y numerosos espacios de entretenimiento.

Existió también una famosa banda de gaitas que tocaba los 24 de junio, en honor al santo que da nombre a la localidad.

El pintor camagüeyano Fidelio Ponce de León vivió en San Juan de los Yeras de 1924 a 1925, donde realizó algunos trabajos de pintura publicitaria.

Otra personalidad que permaneció cierto tiempo en la localidad fue Manuel Deulofeu, amigo de José Martí que vino desde Bejucal bajo la recomendación de Carolina Rodríguez Suárez.

El autodidacta artista Samuel Feijóo nació en San Juan de los Yeras y sus habitantes orgullosos, de tener en sus raíces a tan destacada personalidad, tanto en poesía, pintura, dibujos como artículos de revistas, crearon un pequeño museo en honor a él.

Allí los espectadores encuentran algunas pertenencias y mucha historia del multifacético amante de las artes.

Debemos recurrir a viejos libros empolvados de una biblioteca y a las anécdotas de quienes han entregado su vida a esas calles para hacer llegar los recuerdos y conocer más de este pueblo olvidado.

Hoy San Juan de los Yeras es apenas un fantasma de lo que fue, pero la historia vive en cada sanjuanero que sigue allí y conserva la esperanza de ser un lugar mejor. (Tomado de ACN



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