Según apuntes históricos, los españoles conocieron el tabaco en Cuba y se asombraron al ver como los indios utilizaban la hoja y lanzaban bocanadas de humo.
Esta aromática planta constituyó el cultivo comercial en gran escala de que dispusieron los colonizadores en esta isla.
La calidad insuperable de la hoja cubana, en particular la de Vuelta Abajo, permite aún identificar a Cuba en los lugares más distantes de la Tierra como el país del mejor tabaco, y sus puros son productos con la más amplia distribución geográfica en el comercio de exportación del archipiélago.
Basta recordar al respecto el decreto de las autoridades españolas emitido en 1817, que puso fin al Estanco del Tabaco (disposición que estableció el régimen colonial para monopolizar el comercio del rubro). El cultivo y su elaboración industrial han sido, desde hace siglos, elementos básicos de la economía cubana.
La naturaleza -añadiría el documento oficial- ha dado al suelo de Cuba el privilegio de producir el tabaco de más exquisita calidad del mundo.
Según un informe del Ministerio de la agricultura cubano, en la primera mitad del siglo XX la actividad tabacalera constituía uno de los rubros de mayor importancia económica para el país, principalmente como fuente de ingresos en divisas, solamente superada por la azucarera.
Antes de 1959 existían 1 090 talleres de tabaco torcido y 26 fábricas de cigarrillos.
Al siguiente año, a partir de la intervención de esa industria, esta quedó concentrada en 97 plantas tabaqueras y en seis de cigarrillos. Los centros de beneficio de la hoja estaban ubicados fundamentalmente en zonas rurales y el proceso era realizado de manera artesanal.
En la década del 80, para alcanzar una mayor integración, se decidió incorporar a la agricultura la actividad de beneficio y el procesamiento. Cabe señalar que en varios años se logró la cifra de 100 millones de unidades de tabaco torcido con destino a la exportación.
Esta rama, al igual que las restantes de la economía nacional, no estuvo exenta del impacto negativo de la pérdida por el país de sus socios tradicionales tras la desaparición del socialismo en Europa del Este y de la antigua Unión Soviética.
(por Roberto Salomón)