Por Yuliesky Amador Echevarria

Rodeado de sencillez, humildad y modestia llegó Ramón Labañino Salazar a la Universidad de Artemisa. Lo primero que hizo en cuanto entró al teatro donde se le esperaba ansiosamente, fue saludar a uno de los estudiantes y preguntarle cómo estaba. Nadie me lo contó, lo viví en primera persona. No sé el resto, pero yo me sentía más que emocionado.

¡Ramón no es cualquier persona! Y digo Ramón, en tono de confianza, porque se me hace difícil verlo en la lejanía. Debe ser que crecí en medio de la lucha por la devolución de mis cinco padres, hermanos, tíos, primos, amigos…..Héroes. Siento que los puedo llamar de cualquier forma, los últimos años de mi niñez, toda la adolescencia y 11 días después de cumplir 24 años, hice mía la lucha por sus regresos. ¿Quién no perdió las fuerzas cuando por fin vimos que llegaron a tierras cubanas aquel 17 de diciembre de 2014? ¡Yo sí perdí las fuerzas, no por cansancio: lo hice por tanta emoción acumulada! Ya estaban en casa los Cinco, juntos. ¡Y volvieron, decía mientras visualizaba el rostro de Fidel!

Cuando Ramón, descendiendo de la escalerilla del avión, se mostraba visiblemente afectado en una de sus piernas, la emoción se entremezcló con otros sentimientos. Le hubiese servido de ayuda de ser posible, no le faltarían piernas para andar, serían muchas las que se ofrecerían a largo de toda Cuba: Un país que se paralizó para ver el regreso de los Nuestros.

¡Y allí estaba! Dialogando con los estudiantes y profesores. Narrando historias, haciéndonos reír, por momentos casi llorar. Sus anécdotas me hicieron confirmar algo que ya sabía y que él repitió en más de una ocasión: SOY UN HOMBRE DE FIDEL. ¡Ramón es de lo mejores hombres de Fidel! No lograba concebir lo que nos contaba como contenido para un futuro libro de Historia. ¡Creo que nunca lo haré! ¿Por qué imaginarlo sólo como parte de hojas escritas y colecciones de bibliotecas que lo conducen a ser una imagen de granito y mármol, cuando es Historia viva? No quiero eso para Ramón y mis otros Héroes. Que me perdonen por este MI posesivo, pero son míos, son de Cuba, del mundo. ¡Mis Héroes!

Le entregamos la Pluma de Villena como Reconocimiento, le aplaudimos, abrazamos, le robamos cientos de fotos. No se negó a nada. ¡Por ustedes es que hoy estamos en Cuba!, decía mientras acompañaba sus palabras de un Gracias eterno. ¿Gracias? Hicimos lo que debíamos Ramón, confiamos en Fidel, nos unimos: No se agradece el deber. ¡Gracias a ti por mostrarnos confianza en tantos años de lucha, por no rendirte, por responder cartas y ver la luz en la oscuridad!