Oscar Fernández Morera, el primer pintor de la cuarta villa cubana

Edited by Maria Calvo
2017-08-31 11:52:04

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por Elizabeth Borrero

Las pinceladas y trazos de Oscar Fernández Morera (1880-1946) identifican desde principios del siglo XX el estilo pictórico de Sancti Spíritus, la cuarta villa cubana fundada hace más de 500 años por los colonizadores españoles.

Este pintor, reconocido como el primigenio de la ciudad, se identifica además como el hijo predilecto en las artes plásticas y el primero que coloreó el Yayabo, río que da vida a esta urbe -capital de la provincia homónima- desde que se estableciera en su ribera a principios del siglo XVI.

Sus aportes a la plástica espirituana han influenciado a generaciones de creadores locales, quienes reconocen en sus cuadros propuestas atrevidas para su época sin considerarlo un vanguardista.

Por el contrario, su línea creativa permaneció en los ámbitos del impresionismo clásico y evitó las nuevas corrientes que por entonces llegaban de Europa como explica el periodista Pastor Guzmán en 'Fernández Morera sigue moviendo pinceles', artículo publicado en la prensa local.

Según este autor, la obra sorprende por su formación autodidacta que luego diera lugar a más de un millar de piezas y una forma de pintar que a más de 130 años de su nacimiento continúa influyendo entre quienes hoy expresan el arte con colores.

Sus creaciones se mueven entre los extremos: desde naturalezas muertas, paisajes rurales y urbanos, hasta ilustraciones para libros, revistas y escenografías teatrales para los que se valió de técnicas como creyones, óleos, pasteles, acuarelas y plumillas.

LOS TRAZOS DEL CRIOLLISMO ESPIRITUANO

También conocido como un aventajado copista de obras de pintores célebres, Fernández Morera cultivó además todos los géneros en boga en la época. Su obra contempla bodegones, retratos y paisajes urbanos donde resalta la captación de la iluminación tropical.

Según Luis Rey, historiador del arte, se trata de un autor que sin llegar a liberar del todo los trazos y fragmentar las pinceladas en busca de efectos luminosos al estilo impresionista, aprehendió las cualidades pictóricas de la luz.

En una época donde aún se sentían los influjos románticos en la pintura cubana con sus luces mortecinas, de ocaso, cargadas de melancolía, este creador logró captar la transparencia luminosa de los claroscuros, explia Rey en su libro 'Del entorno al signo'.

Otros especialistas señalan por su parte un estilo realista, en ocasiones más contemplativo, pero siempre osado para su etapa y autodidactismo. El estudioso Esbértido Rosendi insiste en que la obra de Fernández Morera no es plenamente realista a la usanza de los clásicos de ese estilo, sino que rompe con la forma de hacer de aquel momento.

'En sus marinas, sus bodegones y todos sus retratos hay proposiciones atrevidas para su época por los colores y las técnicas pictóricas' aseguró a Prensa Latina.

El también periodista Manuel Echevarría destaca en el recorrido artístico del pintor su visión propia de la ciudad, donde descubre detalles insospechados de su terruño como ocurre en las piezas Iglesia mayor desde Plácido, Puente sobre el Yayabo o Patio del Museo Colonial.

Sus obras se debaten entre la complacencia de un público interesado por el pintoresquismo a ultranza y la búsqueda de valores formales que, aun distantes en tiempo y espacio, supo aprehender e incorporar a gran parte de su trabajo, escribió este experto en su texto Trabajo y modernidad en la obra de Oscar Fernández Morera.

La asunción de la luz y el color en su paleta muestran atisbos precursores que lo distinguen, aunque las limitaciones formales y conceptuales de su obra no le permitieran identificarse del todo con el impresionismo o las vanguardias de inicios del XX.

Según Echevarría, su arte rebasó los marcos de los ideales pictóricos de la época, reducidos por el enclaustramiento geográfico y cultural de un pueblo de provincia, no solo a tenor de sus aciertos formales e intuitivos sino por las inquietudes que afloran en sus cuadros respecto a la revitalización de códigos académicos.

Más allá de juicios a favor o en contra, la valía de la obra de este artista se resume como la de quien intuyó a su manera los albores de la pintura moderna, inició y promovió la creación plástica en esta ciudad y se consagró como un pintor abierto a los aires renovadores al interior de Cuba.

CASA MORERA, LA GALERÍA DE LA CIUDAD

Ubicada en el centro de la ciudad de Sancti Spíritus, a unos 360 kilómetros al este de La Habana, la casona donde vivió el pintor primigenio conserva uno de los más importantes compendios del arte pictórico surgido en el corazón de estas tierras.

Allí permanece en exposición permanente una colección de más de 200 obras de Fernández Morera donde se incluyen retratos, paisajes urbanos de la ciudad, bodegones, esbozos y dibujos restaurados con celo en más de una ocasión para preservarlas.

La hoy Galería de Arte de la urbe, que lleva también el nombre del artista, constituye también un centro cultural de referencia con la realización de exposiciones, desfiles, concursos y los Salones de la Ciudad, evento destinado a confrontar y promocionar el quehacer de los creadores plásticos de la provincia.

La casona solariega donde transcurrió la infancia del primer pintor de la cuarta villa resguarda piezas claves para entender el valor de esta figura a la par que impulsa la creación de las generaciones de discípulos que le siguieron.

Allí permanecen evidencias de la evolución autodidacta de este artista, que al decir de Leopoldo Romañach (1862-1951), maestro de varias generaciones de pintores cubanos, tenía aliento para obras de mayor empuje y valentía de haber asimilado estudios en academias.

Dibujante, ilustrador, retratista, fiel observador de la naturaleza y la riqueza arquitectónica de su ciudad; Oscar Fernández Morera fue capaz de articular una obra rica en matices y rigor casi académico en silenciosa comunión con otros exponentes del panorama plástico cubano que le fueron contemporáneos.

Así lo explica Maikel José Rodríguez, escritor y especialista en artes visuales, quien en su artículo 'Elogio a Morera' considera al creador como un auténtico pintor enaltecedor de la plástica espirituana con tenaz apego a la tierra que le vio nacer a pesar de su ostracismo vital.

(PL)

 



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