Por Guadalupe Yaujar Díaz

Matanzas, occidental ciudad cubana, cumplirá 325 años de su fundación el próximo 12 de octubre y, en ese contexto, rehabilita y erige nuevas obras que enriquecen el Patrimonio local y nacional.

Precisamente, casi a término, el teatro Sauto, Monumento Nacional, una de sus joyas arquitectónicas del siglo XIX se apresta para acoger la asamblea solemne en ocasión de la importante conmemoración..

La colosal edificación ha recibido una reparación capital cuya inversión excede los ocho millones de pesos en moneda total a partir de un proceso reconstructivo fiel al original.

La lámpara tipo araña que ilumina la sala principal, una de las más grandes del país y en el mundo sólo existen dos iguales a ésta, fue restaurada con todos sus cristales originales junto a las piezas de bronce que la engarzan.

Recobrado su esplendor total y reinstalada en su sitio habitual parece darle luz verde a la terminación del coliseo, propuesto para su acreditación como Patrimonio Mundial de la Humanidad.

El ritual de las luces forma parte de la función en el teatro yumurino que conserva 46 lámparas artísticas, de las cuales doce datan de su apertura en 1863, las que originalmente fueron de carburo y más tarde se electrificaron.

En opinión de su joven restaurador Miguel Ojito Fariñas, salvador de las luces del Sauto, “las lámparas son como las joyas que adornan a una fina dama.”

Durante casi dos años su ingenio y hábiles manos estuvieron dispuestas a devolverle, en el mayor por ciento, la originalidad de las joyas luminarias del añejo teatro.

Quizás la lámpara que más honores merece, por lo trabajoso de su restauración, sea la araña central, traída en 1967 del casino del Parisién, en el Hotel Nacional

Puede imaginarse que debajo de ella han caminado, y hasta jugado, personajes tan sinuosos como Al Capone.

Se trata de una lámpara de cristal de Baccarat, francesa, facturada a mano y se estima que sea la de más valor y más antigua de un teatro en Cuba. Del Nacional también eran las que dan luz en las dos taquillas de venta.

La institución tiene otras luminarias de valor artístico o histórico, como la que podrá admirarse en el Salón de los Espejos, una preciosa lámpara que proviene del Gran Teatro de La Habana, Alicia Alonso.

En muchos casos Ojito Fariñas tuvo que reproducir y fabricar lámparas, apliques, calaminas, dañadas y sin remedio hasta el momento en que estuvieron en su poder.

Novedoso resulta que el Sauto funcionará como sala polivalente con un montaje museográfico que permitirá llegar hasta el sótano y el ático donde estarán expuestas piezas arqueológicas y equipos ya obsoletos para los espectáculos.

La iniciativa, según se ha dicho, busca mantener vivo un teatro del siglo XIX ante las nuevas estéticas.

En palabras del investigador Daneris Fernández, autor del libro Historia del Teatro Sauto 1863–1898, la fundación del teatro matancero en el siglo XIX con el mecenazgo de Ambrosio Sauto fue similar a construir las Torres Petronas en Malasia.

Por su parte el historiador Leonel Pérez Orozco afirmó recientemente a la prensa que esperar todos estos años, desde 2010, ha valido la pena.

Además de la restauración de las importantes y legendarias luminarias y del rescate total del hermoso inmueble y sus atributos, otro dato curioso resulta que los restos de Ambrosio Sauto y su esposa descansarán en un nicho emplazado en el palco Sauto, reservado para personalidades.

Mientras llega el día de la reapertura del emblemático teatro matancero vale recordar un ritual: “Con las primeras campanadas las luces empiezan a atenuarse. Es el primer aviso para el inicio de la presentación. El público ocupa sus lugares. Suenan de nuevo las campanas y la luz se hace más débil. Con el tercer y último repique se oscurece la sala y el silencio cubre todos los espacios. Se descorren cortinas y el telón de boca sube para dejar ver el escenario. Entonces, se inicia la función”.