Por Mayra Pardillo Gómez
Sancti Spíritus, 14 oct (RHC) Conocida como La Solitaria, Trinidad Lagomasino Álvarez fue una de las mujeres más audaces entre las que colaboraron con el Ejército Libertador cubano durante la Guerra Necesaria (1895-1898) contra el colonialismo español.
Tras los 150 años del inicio de las guerras independentistas -10 de octubre de 1868- sería imperdonable dejar de recordar a aquellas valiosas féminas que arriesgaron todo por el amor y el deber para con su suelo patrio.
Trinidad nació en Sancti Spíritus el 20 de noviembre de 1862, hija de un militar español y una dama criolla de la cuarta villa fundada en 1514 por los conquistadores españoles, a unos 350 kilómetros al este de La Habana.
En algunos materiales se pone como desconocida la fecha de nacimiento y deceso, pero esta última en otros sitios se ubica en 1929, en la misma ciudad que la vio nacer.
Inspirada por la incorporación de su hermano Luis a la lucha por la independencia comienza a prestar sus servicios a la patria en una época donde la mujer era considerada apenas un adorno.
Ofreció su apoyo incondicional a las fuerzas independentistas que arribaban a la finca Quemadito, propiedad de su esposo Rafael Madrigal y Cruz.
Este fungía como cónsul de Estados Unidos en Cartagena de Indias y por ese motivo radicaba en Colombia, quedando ella en esta colonial localidad.
Pese a desempeñarse en ese importante cargo diplomático, Madrigal y Cruz prestó también sus servicios a la causa por la independencia de Cuba, iniciada con la Guerra de los Diez Años (1868-1878), continuada con la Guerra Chiquita (1879-1880) y posteriormente con la Guerra Necesaria (1895-1898).
TRAS UNA SUPUESTA APATÍA
Investigadores plantean que la espirituana aprovechó la supuesta apatía política que le permitía su privilegiada posición social y se convirtió en una agradable anfitriona de veladas, favorecida por la esbelta figura, exquisita conversación y refinada cultura.
En estas reuniones oía las conversaciones de funcionarios y miembros del ejército español, informaciones que hacía llegar al mando independentista en un sobre lacrado con el sello que identificaba la valija diplomática del esposo.
Del patriotismo del matrimonio dieron fe destacados jefes mambises como Juan Bruno Zayas, quienes recibieron su constante ayuda hasta que las tropas españolas quemaron todas las propiedades de la pareja.
La Solitaria se dedicó entonces a obtener apoyo en Sancti Spíritus y convencer a quienes vacilaban a formar una amplia red de colaboración.
Su labor alcanzó un grado tal que pronto se extendió más allá de la jurisdicción de Sancti Spíritus y participó como correo militar en La Habana, Cienfuegos, Matanzas y Caibarién.
Esta gran red de colaboradores se encargaría durante toda la contienda patriótica de atender a las familias de los alzados en armas.
Asimismo, tramitaría la correspondencia del exterior, por vía directa o a través del consulado de los Estados Unidos, donde trabajaba su cónyuge.
Una riesgosa tarea la de esta mujer -bella por demás, según se afirma- de trasladar mensajes del extranjero hacia su patria y viceversa.
Al terminar la guerra, Trinidad Lagomasino, personalmente, se presentó en el campamento de los patriotas de Sancti Spíritus para poner en sus manos todos los recursos adquiridos entre los compatriotas.
Dichos fondos contribuyeron a atenuar la pobreza de los que habían perdido todo por la independencia de la patria.
ASCENDIDA A CAPITANA
Aseguran que siempre actuó sola -fue mensajera del mayor general Máximo Gómez-, de ahí el seudónimo de La Solitaria.
Su secreta y peligrosa actividad fue delatada al enemigo, pero logró huir para incorporarse definitivamente al Ejército Libertador.
Establecía contacto con los más activos clubes patrióticos de la región central del país, a los cuales enviaba dinero para comprar armas y medicinas, así como ayudar económicamente a viudas y huérfanos; muchas veces era ella quien cubría los gastos.
Sus energías las puso a disposición de cuidar enfermos y heridos, y empuñó las armas como un soldado más.
Aseveran que el propio Gómez, el Generalísimo, la trataba de hija y que la ascendió al grado militar de capitana.
El texto Galería de Espirituanos Ilustres (...) señala que 'de conspiradora y auxiliar de los revolucionarios en armas, en la contienda de 1895, se tornó en confidente y corresponsal del Generalísimo Máximo Gómez'.
Sin embargo, murió en el más completo anonimato en Sancti Spíritus, en los primeros años de la República (1902-1958).
Datos consultados en el Archivo Histórico Provincial, ubicado en esta ciudad, aseguran que tuvo un solo hijo, llamado Rafael, como el padre.
De acuerdo con diversos materiales consultados, nueve mujeres mambisas recibieron el grado militar de capitana y una el de comandante en el Ejército Libertador de Cuba.
Otras cuatro aparecen reseñadas en el Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba (Editora Verde Olivo, 2001), aunque sin alcanzar ningún ascenso.
Entre las hermosas páginas de heroísmo protagonizadas por las mujeres cubanas en las guerras independentistas, son poco conocidas las que ejecutaron en varios territorios de la isla como valientes agentes secretos o colaboradoras encubiertas, como fue el caso de Trinidad Lagomasino. (Fuente: PL)