Una ciudad que Ileana Mulet ha soñado en ocres y azules, como ocasos y amaneceres de La Habana que habita en sus ojos siempre asombrados por el puerto que la acogió y donde ancló su hogar.



¡Ciudad maravillosa, no languidezcas sobre las aguas ni me digas adiós cuando mi fe ande triste entre los muros!, le ruega la pintora, poeta, artista, la creadora que conjugó versos, formas y colores en una colección de lienzos, poesía e instalación para celebrar los 500 años de La Habana desde la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro.



La Habana que enamora mejor cuando la vemos desde el pincel de Ileana. La Habana que se multiplica, se diversifica y pudiera ser otra ciudad atravesada por el amor y la magia. Una Habana menos bullanguera, siempre mística. La Habana donde ni lo gastado es triste.



Una ciudad con símbolos: Martí que se asoma sobre las altas cúpulas porque también le pertenece, por derecho propio, la bandera que convierte una ciudad en un país, y los muros y el agua los convierte en patria.



Construida por arcos, árboles deshojados, iglesias, peces extraños, faroles y noticias, viajamos de la pared al suelo la ciudad a la que llevarías a vivir al amor de tu vida.