Desde la distante Mongolia llegó un mensaje amistoso a los cubanos

Edited by Maria Calvo
2016-09-19 11:47:25

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por Roberto Morejón

Cuba extiende sus relaciones amistosas incluso con países distantes, como Mongolia, cuyo presidente, Tsakhiagiin Elbegdorj, visitó La Habana durante cuatro días, llamó a profundizar la colaboración y reafirmó el rechazo al bloqueo de Estados Unidos.

Elbegdorj se mostró categórico en ese último sentido y subrayó que  Cuba tiene derecho a desarrollarse sin la imposición de esa política genocida.  

Con un vínculo diplomático formalizado el 7 de diciembre de 1960, Cuba y Mongolia mantuvieron en el pasado colaboración de diverso tipo y ahora pueden retomar esa senda.

Además de establecer un puente para la cooperación a nivel de altos estudios, durante su permanencia en esta capital el Jefe de Estado mongol destacó los esfuerzos de su país por avanzar en la rama educacional, uno de los elementos de la cooperación.

Jóvenes de aquel extenso país, con apenas tres millones de habitantes, cursan en Cuba la especialidad de Medicina y a la inversa, alumnos de la nación antillana se acogen a becas para estudiar en Ulán Bator, la capital.

Otras esferas de aportes mencionadas durante una conferencia ofrecida por el presidente Elbegdorj son la biotecnología, el deporte y el turismo.

Curiosamente, una encuesta aplicada en Mongolia arrojó que Cuba está entre los tres destinos turísticos más atractivos.

El propio Primer Mandatario visitante confesó que en sus años de estudiante universitario se relacionó con amigos cubanos y comenzó a conocer sobre el país caribeño.

A juzgar por lo expresado aquí por el canciller mongol Liundeg Puruvsuren en 2015 y ahora por el Jefe de Estado, aumenta el interés de compañías y empresarios de aquella nación por invertir en Cuba.

Mongolia es un país sobre el que la prensa internacional habla poco, pero se logra saber que está lejos de ser una plaza únicamente para nómadas como antaño.

Entre 30 000 y 40 000 mongoles, principalmente ganaderos, deciden desplazarse anualmente hacia Ulán Bator y establecerse en sus suburbios en las llamadas yurtas, diseñadas para montarse y desmantelar cada estación del año en busca de mejores pastos.

Atrae a estas personas el mayor desarrollo de la capital y sus posibilidades de instrucción al amparo del notable desarrollo minero de Mongolia y el consiguiente crecimiento económico.

No obstante, el poco habitado país sufre los rigores del cambio climático con crudos inviernos y, contradictoriamente, el aumento de la temperatura media, mientras el desierto de Gobi avanza amenazadoramente hacia el norte.

Para los mongoles constituye un desafío adiestrar y calificar a las nuevas generaciones para sustentar el progreso y en tal sentido hacen un gran esfuerzo, el que puede apoyarse con experiencias de Cuba, como las del ámbito universitario.



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